El fútbol no es un deporte popular en Estados
Unidos. El desempeño de la selección en los mundiales siempre fue opaco. La
especialidad del país es autoproclamarse juez del mundo.
Por Luis Zarranz
Estados
Unidos es la primera potencia política, económica y militar del mundo. Siempre
se ha sentido el juez del mundo, con el derecho de dictar órdenes a todos los
demás países y con autoridad para desoír las que le competen.
Uno de los países que históricamente más ha sufrido el acoso imperialista
estadounidense ha sido Cuba. El bloqueo económico, comercial y financiero
impuesto por los Estados Unidos contra Cuba desde 1960 es el más largo en la
historia de la humanidad y es la expresión más elevada de una política carente
de legalidad y legitimidad y deliberadamente diseñada para provocar hambre,
enfermedades y desesperación en la población cubana.
La
Asamblea General de la ONU ya aprobó 22 resoluciones consecutivas para que se
levante la medida. La respuesta estadounidense fue un silencio atroz. En la última
votación 188 países votaron a favor del fin del bloqueo y sólo Estados Unidos e
Israel se opusieron a la resolución. Micronesia, Palau y las Islas Marshall
–tres países satélites del dominio norteamericano– se abstuvieron.
¿Qué
pasaría si la misma resolución de la ONU fuese para Bolivia, Ghana o Honduras? El
orden mundial es, en realidad el poder de las grandes potencias para decirles al
resto lo que deben hacer.
LOS CINCO QUE SON MILLONES
En
septiembre de 1998, cinco cubanos fueron arrestados en Miami acusados de trabajar
en territorio estadounidense al servicio de la inteligencia de una nación
extranjera. El gobierno de Cuba argumentó que envió a estos cinco agentes
únicamente para infiltrarse en grupos terroristas y así obtener información
acerca de futuros actos de este tipo contra Cuba, y poder prevenirlos.
Gerardo
Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González
fueron acusados de conspiración para cometer espionaje. Un detalle: el gobierno
de Estados Unidos nunca los acusó de espionaje real ya que no les fue incautado
ningún documento clasificado. Fueron juzgados en Miami, donde la historia de
hostilidad contra el gobierno cubano hizo imposible la realización de un juicio
justo.
El
proceso duró más de seis meses, convirtiéndose en el más largo en Estados
Unidos hasta ese momento. Cuando el caso estaba a punto de ser presentado al
jurado, el gobierno reconoció por escrito que había fracasado en probar el
cargo de conspiración para cometer asesinato impuesto a Gerardo Hernández. Sin
embargo, el jurado, encontró culpables a los cinco de todos los cargos, luego
de una intensa presión por parte de los medios de prensa locales.
Las
sentencias fueron: Antonio Guerrero: 22 años de prisión; Fernando González: 18
años de prisión; Gerardo Hernández: dos cadenas perpetuas más 15 años de
prisión; Ramón Labañino: 30 años de prisión; René González: 15 años de prisión.
El
9 de agosto de 2005, un panel de tres jueces de la Corte de Apelaciones revocó
sus veredictos al considerar que no tuvieron un juicio justo en Miami. En una
acción inusual, el Gobierno solicitó a los doce jueces de la Corte de
Apelaciones revisar la decisión del panel. Exactamente un año después, la Corte
revocó por mayoría la decisión de los tres jueces originales.
El
2 de septiembre de 2008 la Corte de Apelaciones de Atlanta ratificó los
veredictos de culpabilidad de los Cinco. Ratificó las sentencias de Gerardo
Hernández y René González, y anuló las sentencias de Antonio Guerrero, Fernando
González y Ramón Labañino, por considerarlas incorrectas, enviando nuevamente a
la Corte de Distrito de Miami los casos de estos tres últimos para ser
re-sentenciados.
En
2009, en la Corte de Distrito de Miami se realizó la audiencia de re-sentencia
de Antonio Guerrero: la propia Jueza que le había impuesto una cadena perpetua
más 10 años, se vio obligada a admitir que no existía evidencia. Sin embargo, le
impuso una pena de 21 años y 10 meses en prisión más 5 años de libertad
supervisada. Las sentencias de Fernando González y Ramón Labañino también
fueron modificadas: la sentencia original de Fernando (19 años) fue modificada
a 17 años y 9 meses en prisión, mientras la de Ramón (1 cadena perpetua más 18
años), fue reducida a 30 años en prisión.
Los
años han pasado. Fernando y René González cumplieron la totalidad de la condena
y regresaron a Cuba pero mientras sus compañeros continúen en prisiones
norteamericanas se seguirán considerando prisioneros.
El
presidente estadounidense y Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, tiene en sus
manos la posibilidad de terminar con ambas injusticias: el fin del bloqueo y la
libertad de prisioneros cubanos. Al negarse, demuestra que la matriz
imperialista yanqui va más allá del
color de piel de quien ejerza la presidencia.
(Publicada en la revista "Al Margen", junio-julio 2014)
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