martes, 27 de agosto de 2013

El tugurio de Bayer

La puerta de su casa –en el barrio de Belgrano, Buenos Aires– tiene un letrero que dice “El tugurio”. La Real Academia Española afirma que tal cosa es “una habitación, vivienda o establecimiento pequeño y mezquino”.
Según lo que ya es leyenda, el escritor Osvaldo Soriano quiso ofender con ese calificativo al dueño de casa, el periodista e historiador Osvaldo Bayer, quien lejos de hacerlo adoptó el nombre para identificar su morada.
En el primer ambiente –un breve living– lo que impresiona es el desorden. Hay infinitas pilas de diarios en inverosímil equilibrio. Sobre la pared trasera hay una biblioteca, de esas que impiden ver la pared. En ella hay libros, por supuesto, pero muchos más que los que debería albergar si se respetara su estructura: podría completarse una similar con los libros que rebalsan, apilados anárquicamente. Hay un Dostoievski de 1958 que cuelga como un fruto maduro. Siento pena por él y presiento que pronto la Ley de la Gravedad lo atraerá a donde amenaza caer.
–No es desprecio, es que soy muy desordenado –dice Bayer, autor de más de diez obras entre las que se destacan La Patagonia Rebelde; Rebeldía y Esperanza; y Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia.
En la biblioteca también conviven diversos reconocimientos –otorgados por el Grupo Planeta hasta el Centro Cultural de la Cooperación– DVDs y una foto de Marlene Dietrich, la actriz y cantante alemana que fue ícono de Hollywood.

–Ella me besa todas las noches antes de irme a dormir.

(Ejercicio del "Máster de Crónica Periodística" de la Revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra. Consigna: Semblanza de un personaje. Primeras líneas)

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