Una revista que venden los que están fuera del Bariloche de la postal se convirtió en una herramienta para construir otras formas de comunicación y comunidad.
La postal de Bariloche remite a nieve, viaje de egresados, lagos transparentes, Hotel Llao Llao. Pero en los márgenes, fuera del polo turístico, crece la Bariloche de verdad, la que no sale en las fotos. Sus características: precariedad habitacional, con condiciones climáticas que hacen estragos; hacinamientos, falta de gas y calefacción, ausencia de políticas de inclusión, entre otras.
En esa orilla nació,
ocho años atrás, Al Margen, revista de la calle con temáticas regionales
que venden personas en situación de vulnerabilidad, y que aspira a la inclusión
social y la igualdad de derechos. Y, desde allí, desde el reverso de la postal,
se consolidó. Ahora es:
· Una cooperativa de la construcción, L.A.B.U.R.A.R
(Ligados A Buenas Utopías, Resistimos a Resignarnos), que reúne a casi 20
jóvenes que no tenían trabajo y con la que ya han logrado que se los considere
para obras públicas. (Actualmente construyen el Centro de Integración
Comunitario del barrio 34 hectáreas).
·
Un espacio –“El Semillero”– en el que
brindan talleres de fotografía, de comunicación y de carpintería.
·
Las “Caravanas de Juegos” en los
barrios, con postas de recreaciones, meriendas y espectáculos populares.
·
La participación y organización de
foros como la Mesa de Tierras y el Foro de Niñez e Infancia.
En esa cartografía,
había un propósito. El periodista Sebastián Carapezza, “el Pollo”, uno de los
coordinadores editoriales e impulsores del proyecto, lo resume así: “Teníamos
ganas de ejercer la profesión que habíamos estudiado, pero no nos sentíamos
representados ni seducidos por las lógicas de laburo, el tratamiento de
noticias y la ambigüedad de los medios locales y regionales”.
Entonces decidieron
crear su propio medio y combinar el interés periodístico con la promoción de
derechos. De esa forma lograron que el vendedor no sea un apéndice del proyecto
sino la pata central: el eje del laburo en los barrios y una fuente valiosísima
de información para los contenidos de la revista, de los que también forman
parte.
Dice “El Pollo”: “El proceso que vivimos en estos ocho años es interesante porque se dio a la inversa de lo que marca cierta lógica de las organizaciones. Primero nació la revista y después creció la organización social, la dimensión política. Lo que lo hace atractivo es la variedad de actividades que desarrollamos en diferentes planos, pero coordinadas a la vez: lograr sentar semanalmente en una mesa a personas que realizan tareas tan diferentes entre sí, pero que son parte del colectivo es uno de los logros internos que más valoramos”.
Dice “El Pollo”: “El proceso que vivimos en estos ocho años es interesante porque se dio a la inversa de lo que marca cierta lógica de las organizaciones. Primero nació la revista y después creció la organización social, la dimensión política. Lo que lo hace atractivo es la variedad de actividades que desarrollamos en diferentes planos, pero coordinadas a la vez: lograr sentar semanalmente en una mesa a personas que realizan tareas tan diferentes entre sí, pero que son parte del colectivo es uno de los logros internos que más valoramos”.
LEGITIMIDAD EN LAS CALLES
Con fuerte
presencia de temáticas locales y regionales que no son sostenidas por otros
medios (tierras, acceso a lugares públicos, abusos policiales, niñez y
adolescencia) y entrevistas a figuras tales como Evo Morales, Eduardo Galeano,
Hebe de Bonafini, Skay Bellinson, La Renga u Osvaldo Bayer lograron
consolidarse como una opción periodística de la ciudad, y sostener una tirada
que cualquier medio envidiaría. Agrega Carapezza: “La coherencia de trabajo (en
talleres, en los barrios, en los márgenes) nos dio “el más valioso capital que
tenemos: legitimidad”
-¿Qué tipo de diálogo mantiene la
revista con los lectores, con la comunidad?
-Desde
los inicios la revista interpeló a un sector de la sociedad barilochense que
apoyó el proyecto comprándola, pero a su vez involucrándose con el crecimiento
de la organización, participando en los talleres, contratando los servicios de
la cooperativa LABURAR y promocionando nuestras actividades. A otro sector de
la sociedad le parece “positiva” la producción de un material gráfico que
vendan pibes en la calle y les remite a otros proyectos similares a lo largo
del país pero no interpretan el proceso organizativo que hay detrás. Apoyan
desde ahí. Un último sector, que no se puede medir por barreras socioeconómicas,
nunca se interesó y dudo que a esta altura lo haga.
COLECTIVO LARGA DISTANCIA
En Al Margen no
sólo sobran las propuestas, también los apodos. Alejandro Palmas es “El Duke”, otro
de los coordinadores e integrante de la cooperativa de la construcción. Destaca
un concepto, fundado en la práctica, para definir al colectivo: la autogestión.
“Ésa es la diferencia cuando, por ejemplo, vemos construcciones hechas de
‘arriba’ hacia ‘abajo’, con muchos recursos pero que no son realmente
transformadoras”, sostiene.
Dice sobre la
propia organización: “La forma que nos dimos es la asamblea. En ese espacio
discutimos y consensuamos los pasos a seguir, luego distribuimos tareas y
responsabilidades entre los compañeros y nos vamos trazando objetivos por línea
de acción”.
“Chelo”, Marcelo Viñuela,
es otro Al Margen y habla sobre la decisión de constituirse legalmente en una
asociación civil: “Asumir esa formalización nos planteó más trabajo, pero como
resultado tenemos el desarrollo de una herramienta de gestión administrativa y
jurídica que representa nuestra dinámica organizacional. Y este tema, en muchas
organizaciones, suele ser un agujero negro, o terminan delegando toda esta
gestión en un contador. Nosotros preferimos asumir esta complejidad, realizar
el ejercicio de sistematizar nuestras prácticas y generar conocimientos a
través de esta praxis”.
-Además de la venta de la revista, ¿de
qué manera participan del proyecto los vendedores?
Palmas:
-Son partícipes y promotores de este proyecto. El mejor ejemplo es “Lucho (otro
apodo), un vendedor histórico que por primera vez pudo publicar sus historietas
en las contratapas, y por estos días va a salir una edición especial con sus
trabajos.
PELEAR LA CALLE
El Pollo, el Duke y
Chelo son pilares donde se asienta buena parte de la organización, pero la
estructura colectivizada es la que define las decisiones. La revista es un
medio: permite visibilizar las noticias que otros medios invisibilizan, y
brinda una posibilidad concreta de laburo a personas marginadas, también
invisibilizadas.
En estos ocho años
de recorrido la revista valoró al lector: jamás publicó notas bajadas de
internet sino que privilegió, de mil maneras posibles, la producción de
contenido propio: “Preferimos elaborar en forma total los contenidos. Dentro de
sus páginas, además, hay secciones que son manejadas en forma autónoma por el
equipo de comunicación mapuche, la Red de Agricultores Familiares y la historieta
que es elaborada por uno de nuestros vendedores”, explica Carapezza.
.
-¿Qué destacan en estos ocho años de
laburo periodístico y cuáles son los próximos desafíos?
Carapezza:
-Sostener un medio con las características de AL MARGEN no es sencillo en ningún
lado, y menos en el interior del país. A 8 años de este periplo todavía la
seguimos peleando en cada edición pero con una constancia que se ha convertido
en una de nuestras mayores fortalezas: estar en la calle; entender al
periodismo con un compromiso social, con una óptica alejada de los intereses y
vicios que predominan en la actualidad en los medios comerciales. Y con
limitaciones, errores, falencias y a paso lento, construir, sostener y
profundizar una agenda y un modo diferente de comprender la construcción
social. Desafíos, objetivos y propuestas de trabajo hay un montón: es muy
gratificante saber que para este tipo de proyectos aún no se vislumbra un
techo.
No hay techo, como
el que tampoco tienen muchos de los que habitan la Bariloche que está Al Margen
de las postales del Cerro Catedral.
+
(Publicada en la revista "Mu", septiembre 2012)
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