A seis años de la Masacre de Avellaneda,
Darío Santillán y Maximiliano Kosteki son, simplemente “Darío y Maxi”. No hace
falta más para nombrar a dos jóvenes que fueron asesinados por luchar contra un
sistema asesino. La impunidad, en tanto, alcanza a todos los responsables
políticos. Contra esto, también, peleaban Darío y Maxi: contra los privilegios
de unos pocos.
Por Luis Zarranz
“Darío y Maxi” son ya dos nombres que dicen mucho más que
sus nombres. Ojalá no fuera así. Ojalá fueran dos nombres cualquiera. Dos pibes
como otros pibes del barrio, dispuestos a brindarse por los demás.
Los deseos se chocan, inexorablemente, con la realidad.
Pasa siempre: es la regla. Pero a veces, como ésta, eso que pasa siempre, duele
más. Uno no puede escribir sin sentir la angustia en el pecho, el ardor, la
bronca, la indignación. Los años, es mentira, no curan todas las heridas.
No.
Hay heridas que quedan abiertas de por vida. Como ésta.
Como el asesinato o la desaparición de todos los que no son emblema por sus
muertes sino todo lo contrario: lo son por lo que hicieron estando vivos.
Eso agiganta la herida. Que hayan sido asesinados porque
estuvieron bien vivos, tendiendo la mano a los que este modelo da por muertos,
aún antes de matarlos del todo.
Darío
Maxi.
Seis años
Un tiempo que (a)parece remoto, lejano, impune.
Clarín dice que “los mató la crisis”. Clarín niega sus
muertes, como negó sus vidas.
No hay responsables políticos, en esta masacre política,
que hayan pagado por el crimen. No se investigó a Eduardo Duhalde, entonces
Presidente, ni a sus ministros.
La causa que debía investigar las responsabilidades
políticas de estos crímenes no avanzó más allá de su mera existencia formal.
Los funcionarios denunciados no fueron investigados; ni siquiera fueron citados
a declarar. La pista que apuntaba a la participación de la SIDE fue descartada sin más.
Como si faltara algún otro dato, al día de hoy la última foja del expediente
que instruye el fiscal Osorio señala que aún no se pudo es cer a qué personas
corresponden cuatro líneas telefónicas utilizadas para comunicarse con los
asesinos el mismo día de los crímenes.
Los responsables políticos del accionar represivo,
impunes. El 9 de enero de 2006 culminó el juicio a los actores materiales, con
condenas a cadena perpetua a los policías que dispararon y mataron a Darío y
Maxi.
En el transcurso de aquel juicio, el ex presidente
Duhalde, el entonces secretario de Seguridad de la Nación , Juan José Álvarez,
y el ex jefe de Gabinete Alfredo Atanasof, fueron excusados de prestar
declaración bajo el argumento de que debían ser investigados por su presunta
responsabilidad en esos hechos, y para ello existía la causa que instruía
Osorio en la Fiscalía
Federal Nº 10 de los tribunales de Comodoro Py.
Un día antes de la masacre de Avellaneda, Atanasof alertó
que se iba a impedir la protesta "fuera como fuera". Duhalde: “La
protesta no se va a permitir, hay que poner orden”.
“Orden”: Balas.
Darío y Maxi caen.
No.
No caen. Quedan de pie, invictos. Quedan vivos. Queda lo
hecho. Lo por hacer. Quedan sus armas: el coraje, la dignidad, la rebeldía, el
compromiso.
Queda el ejemplo.
(Publicada en la revista virtual "Jaque al Rey", junio 2008)
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