sábado, 5 de diciembre de 2009

“Los indígenas son los primeros desaparecidos”

Entrevista Marcelo Valko

Marcelo Valko es docente de la Universidad Popular y autor del libro “Los Indios Invisibles del Malón de la Paz”, publicado por la Editorial de las Madres. En esta nota explica en qué consistió y cómo terminó esa manifestación histórica de 174 aborígenes, que su investigación rescata con documentos y pruebas contundentes

Por Luis Zarranz
Resulta difícil de imaginar: 174 indígenas que atraviesan 2.000 kilómetros a pie durante ochenta y un días, desde Jujuy hasta Buenos Aires. ¿Cuál es el objetivo? Hacerse visibles y recuperar sus tierras usurpadas. Son recibidos, en Plaza de Mayo, por una multitud y por el Gobierno del reciente presidente, Juan D. Perón. Es sábado 3 de agosto de 1946. Dos de ellos suben al histórico balcón de la Casa Rosada: parece que ganaron.
Pasan los días y el objetivo queda lejos. Después de esa recepción apoteótica son  alojados en el Hotel de Inmigrantes (ellos, los orginarios, en el lugar donde se alojaba a los extranjeros recién llegados al país). Durante los primeros días se los exhibe en distintos medios y eventos y hasta se les hace disputar el partido de fútbol preliminar al Boca-River de ese año.
Veinte días después, son militarizados, confinados, secuestrados y arrojados contra la frontera con Bolivia, en Abra Pampa (Jujuy). Allí, el recibimiento de los “kapangas” es un lujo: “Ahora van a tener las tierras que querían, indios de mierda”.
Este relato, que parece un cuento de ciencia ficción, es tan real como la noche, aunque se trate de la síntesis más pequeña que pueda hacerse sobre tal suceso histórico. Lo cuenta, apasionadamente, Marcelo Valko, psicólogo, director de un proyecto sobre imaginario andino en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y profesor titular de la cátedra “Imaginario Étnico, Memoria y Resistencia” en la carrera de Capitalismo y DD.HH. de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (UPMPM).
Ese resumen reduce en unas pocas líneas los tres años de investigación y las casi 400 páginas de “Los Indios invisibles del Malón de la Paz” (Ediciones Madres de Plaza de Mayo), el libro de su autoría que ya va por su segunda edición, prologado por Osvaldo Bayer, y que fue seleccionado por él mismo como Tomo I de la Colección que lleva su nombre. Antes, el manuscrito, con prólogo incluido, había sido rechazado e ignorado por seis editoriales.

-¿Cuándo y por qué surge la idea de escribir el libro?
-Al principio me acerqué por la incredulidad, porque es un tema bastante increíble. Los kollas estaban cansados de pleitear en los tribunales provinciales y en ese momento tan particular de Argentina, en 1946, deciden venir a Buenos Aires. Pero no serán tres o cuatro -que era lo que podía sostener la comunidad- sino que van a ser tantos, 174, que ellos mismos se van a autodenominar “malón”. Y como este es un país tan peligroso, por las dudas se van a agregar “de la paz”. Es sintomático que en 60 años nadie haya escrito nada del malón.

-El título del libro habla de “los indios invisibles”. ¿Cuánto sirvió para desinvilizarlos y en qué medida los pueblos originarios siguen siendo “invisibles”?
-Sirvió para introducir la palabra “invisible”, para que saliera la ley (ver aparte). Yo ahora vengo de un congreso interescuelas de Bariloche, y estuvo repleto de mesas en referencia a la “invisibilidad”. Para eso sirvió. Lamentablemente no salieron de la invisibilidad pero en la Facultad a mí me enseñaron que un buen diagnostico da un buen pronostico. Si tenés un diagnostico preciso, en este caso la invisibilidad de los originarios, hay más chances para mejorar esa situación. El libro se presentó desde Abra Pampa hasta en la mina de carbón de Río Turbio: en todos esos lugares fue desinvilizando.

Marcelo no necesita poner en palabras la emoción que recorre su cuerpo cuando habla del Malón y las repercusiones del libro: la piel se le eriza en varios momentos a lo largo de la charla. “Hay cosas que no las puedo creer y además siguen sucediendo todo el tiempo”, dice con emoción. “Por ejemplo, hay dos libros enterrados, uno en Abra Pampa y otro en la zona de Naranjos. Es una ceremonia que se llama corpachada: se le da de comer a la Pachamama para que se comunique a los ancestros y le cuente a la tierra. Y la tierra ayuda a contar la historia”.


-¿Qué dimensión adquiere que el libro haya sido editado por las Madres?
(Nuevamente la piel de gallina gana su brazo). -Un libro de invisibles editado por las Madres que tienen a sus hijos desaparecidos. Es increíble. El título estaba de antes que lo aceptaran las Madres. Es maravilloso. Las Madres saben que los indígenas son los primeros desaparecidos.

-¿De qué manera te implica participar en toda esta investigación?
-Es un viaje sin retorno, no volví a ser más el que era. No fue como ninguno de los trabajos que hice anteriormente. Me cambió, me hizo mejor persona.

(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", diciembre 2009)

Una ley necesaria
Una de las cuestiones que permitió el peregrinar de Marcelo Valko para visibilizar a los maloneros fue que se sancione la ley que intenta reparar años de desmemoria e injusticia.
El proyecto, impulsado por él mismo, tuvo cuatro puntos básicos: devolución de tierras; que el tema del Malón de la Paz (no su libro) ingrese en la currícula escolar; reconocimiento a la gesta de los kollas y un subsidio a los sobrevivientes. Finalmente, en agosto, que casualmente es el mes de la Pachamama, el proyecto se hizo ley.

Monumento originario
La UPMPM es uno de los lugares donde se reciben llaves para la construcción del “Monumento a la Mujer Originaria”. Valko resume el proyecto: “Es una idea de Osvaldo Bayer, que dice que no puede ser que tengamos un monumento que afrenta a una población tan grande, como lo es el monumento a Julio Argentino Roca, (en Diagonal Sur y Perú, Ciudad Autónoma de Buenos Aires)”.
“Bayer dice que no lo tenemos que destruir a mazazos, como se merecería, sino que debemos trasladarlo a la estancia “La Larga”, que es de los parientes de Roca, y que en su lugar pongamos un monumento con dos mujeres que se estén mirando: la mujer originaria y la inmigrante”.
“Andrés Zerneri, que construyó el monumento al “Che” en Rosario, está trabajando para hacer éste, que se hará de la misma manera: juntando llaves, que es bronce y que es tan caro. No creemos que las autoridades se animen a sacar el monumento pero mientras juntamos las llaves, se va a ir generando conciencia”.
En el Bar de las Madres, Hipólito Yrigoyen 1584, hay un recipiente donde pueden dejarse llaves en desuso para la construcción del monumento.

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