Junto a
Capusotto componen el dúo creativo que tocó la fibra del humor contemporáneo. Él hace los guiones a los que el actor y humorista da vida delante de la cámara. De esa simbiosis nació el nombre del programa "Peter Capusotto y sus videos" y la galería de personajes que con ternura y sarcasmo, nos reflejean. Aquí cómo surgen las ideas que nos provocan carcajadas.
Entrevista:
L.Z y Martín Bielski
Fotos: Sebastián
Romero
A la sombra, la mañana se siente mucho más
fresca de lo que anuncia el Servicio Meteorológico. Sobre la mesa hay tres
cafés que se enfrían, un cigarrillo que se extingue y un grabador que no se
traga el humo pero sí cada ruido que lo circunda, incluyendo la campanilla que
anuncia el paso del tren por la estación Belgrano R del ex Ferrocarril Mitre –
Ramal Tigre. Tanto, que aunque estas líneas no transmitan sonido alguno,
resulta imposible omitir el dato que, en la desgrabación, devuelve el
aparatejo: los trenes parten y arriban cada 9 minutos. Y se cuelan,
inevitablemente, en la conversación, aunque no logren enturbiar la charla, en
una de las mesas de un bar paquete de ese barrio pituco.
Hace un rato ya que Pedro Saborido, guionista
y productor de “Peter Capusotto y sus
videos”, está sentado pidiendo perdón, de todas las maneras posibles, por
los minutos que se demoró en llegar. No tan estrictamente puntual como el tren que
esta mañana serpentea el norte de la Ciudad y el Conurbano con precisión suiza,
tampoco nosotros somos pasajeros apurados que vayamos a reclamar el cumplimiento
preciso del horario. Zafa de la media falta sin la necesidad de recurrir a
excusas como las que vos y yo dijimos cuando las puertas del colegio se
cerraban en nuestras narices.
Presentarlo sólo como guionista y productor
de Capusotto, que lo es, sería amputarle buena parte de los pergaminos que
cosecha: es su alter ego, la otra parte de la mesa donde se sostiene la
lucidez, la risa y el sarcasmo de uno de los programas más fabulosos de la
televisión, que mixtura humor y rock. La dupla que forma con su amigo excede, lógicamente,
el éxito de ese programa, furor también en el sitio de videos de internet, Youtube, donde te invitan a reírte (y a
reflexionar) con personajes tales como Bombita Rodríguez, Micky Vainilla,
Violencia Rivas, Pomelo y Luis Almirante Brown.
-Te has
convertido en un guionista de culto…
-Católico (Risas)
-¿Lo
vivís así y en todo caso qué te genera?
-No, no lo vivo desde ese lado porque me sigo
sintiendo más el perro que el veterinario. No me analizó lo que pasa. Sí me doy
cuenta que el trabajo se nota más o la gente sabe que lo hago yo. No sé por qué.
Debe ser porque funcionamos mucho como dupla y Diego está permanentemente
hablando de eso. O porque yo dejo mi cartel en el programa más tiempo. No sé
pero está bueno porque sentís como un masaje al ego interesante, pero es hasta
ahí porque el guionista por algo lo es: no le interesa, hay algo de fobia
incluso a mostrarse. A veces me dicen: “Che, pero vos tenés la posibilidad de
aparecer en el programa y no aparecés”. Podría aparecer, pero hago lo que tengo
que hacer. Es más, ya el chiste consiste en que no aparezca. Las veces que lo
hago me tapo la cara con algo, estoy justo detrás de alguien y aparece la
cabeza, o mi panza o mis manos. Apareció hasta mi culo pero la cara no, nunca.
Y eso también forma parte de un código.
-¿Cómo
surgen los personajes? ¿Tienen una lógica de trabajo o suelen apelar a la
espontaneidad?
-No, hay una lógica que es encontrarse y
tirar ideas. Y a veces es un día más inspirado y otros menos. Uno siempre
termina sin saber qué carajo tirar arriba de la mesa y te quedás veinte minutos
como un idiota y de pronto alguien tira una imagen, otro se engancha y
empezamos. No hay una reunión en la que no hayamos sacado, por lo menos, una
idea, aunque sea un chiste de 30 segundos. Y después los personajes,
precisamente, aparecen de esas cosas: hay ideas que son personajes o no. Nunca
hubo uno que sea de diseño, que digamos “vamos a hacer un tipo que es así y asá”.
Pueden salir de una observación de algo que vimos, de una persona que hace determinada
cosa, algo que vi en Diego que me parece gracioso, una reflexión o de la
superposición de dos cosas. Nos juntamos día por medio, dos, tres, cuatro horas.
Últimamente estamos trabajando de noche. Dejamos que aparezcan cosas. Si bien
apelamos a la espontaneidad no nos recostamos en ella: si no se te ocurre algo,
se te tiene que ocurrir. Obviamente que lo espontaneo es lo más agradecido
porque te surge un chiste pelotudo y lo grabás; pero no pasa todo el tiempo
eso. Hay veces que tenés que decir “¿y ahora
qué hace este personaje? Hace esto y esto: no, no me alcanza. Necesito que haga
algo más. Hay algo de prepotencia de laburo.
Saborido está contando el proceso creativo de
chistes y personajes, muchos de los cuales ya tienen vida propia, a punto tal que
el humor popular los ubica en situaciones, contextos y momentos de lo
cotidiano, para definir algo grotesco. En ese ida y vuelta en el que los
personajes se alimentan de estereotipos basados de la vida real y vuelven,
desde la pantalla, a ese universo, hay también una mirada que los enternece: “No
pasa por una cuestión de estar en contra. Hablamos y criticamos tiernamente
aquello que conocemos”, sostiene para referirse a la satirización que hacen del
rock.
Agrega: “Mucho de lo que hacemos tiene que
ver también con el enojo que nos provoca y la forma de explicarlo es haciendo
chistes, casi como si fuera una venganza. Hay personajes que salieron del
enojo, como Micky (el artista pop con
bigotito tipo Hitler), con el racismo
berreta”.
-Tiene algo. Toda la burla tiene algo de
revancha, de bajarlo de un pedestal. Una especie de “pará, ubícate”. Micky nació de una cosa que hablábamos
siempre con Diego de la contraposición entre un cantante de formato progre pero
que cantaba barbaridades. El humor también tiene que ver, precisamente, con la
extrapolación de cosas, algo que está desubicado. El discurso de Micky se alimenta de lo que escuchábamos
en la calle, no de Biondini o de un skinhead de Parque Rivadavia.
-¿Te
considerás rebelde?
-Y, a mí me gustaría ser un rebelde de
verdad.
-¿Qué
es ser rebelde de verdad?
No lo sé. Pero evidentemente sería ver cómo
modificar todo. En ese sentido soy como un rebelde discursivo que observa y lo refleja
a partir de una cosa humorística.
(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", junio 2011)
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