sábado, 5 de febrero de 2011

La reaparición de Don Corleone

“El regreso del Otro”

El nuevo libro de Hernán López Echagüe sobre Eduardo Duhalde relata, incisivamente, pormenores de los negociados, aprietes y tramas que definen su trayectoria política. Un material que desvela al ex gobernador y a los periodistas que menciona.

Por Luis Zarranz
Hernán López Echagüe tiene una visión lúcida, crítica, corrosiva y letal sobre el Poder. Estos condimentos, junto a la precisión periodística y la calidad literaria que también le son propios, aparecen en “El regreso del Otro”, el libro con el que vuelve a sumergirse en el lodo de la vida política de Eduardo Duhalde tras haber escrito, en 1996, “El Otro”, un fenómeno editorial, periodístico y político que sistematizó, con minuciosidad, los avatares del ex gobernador bonaerense.
Allí, López Echagüe hizo posible que sean olidos los tufillos malolientes que rodeaban los pasos de Duhalde. El libro marcó un antes y un después en la vida del periodista y escritor, no sólo por ser la investigación periodística más leída de los noventa: tras su publicación fue amenazado, perseguido y salvajemente golpeado. 
Después de eso, se fue a vivir a Nueva Palmira, Uruguay. Ahí encontró su refugio (no en el sentido de la seguridad personal, sino como su lugar en el mundo) y deshizo el trazo urbano que el destino tenía preparado para un periodista como él.
Desde esa distancia, pequeña desde lo geográfico e infinita desde la manera de vivir, pudo conocer mejor el más allá de Buenos Aires; “trabar amistad con personas ajenas a las luces fallutas de las vidrieras políticas y periodísticas de Buenos Aires”, como él describe; y hacer periodismo:
Resulta que un tal Duhalde reaparece en la escena política. Y, pese a renegar de ello, López Echagüe es la persona que más y mejor lo ha investigado. Entonces produce otro libro donde profundiza, actualiza, amplía y detalla la vida política sobre él, en un relato personal, que –maravillosamente– no respeta las fronteras entre periodismo y literatura.
                                          
-Más allá de la semblanza que se despliega a lo largo del libro, supongamos que mañana se cruza con un turista interesado por la política latinoamericana y lo interroga sobre Eduardo Duhalde, ¿qué aspectos le parecen imprescindibles hacerle saber?
-Para no hundirlo en el aburrimiento, le diría que: 
-Duhalde fue el hacedor de esa asociación ilícita que llaman Policía bonaerense, brazo armado que durante sus dos períodos de gobernador usó para sostener una política fundada en la recesión, el endeudamiento del Estado, la desocupación y el manejo caprichoso de los fondos públicos. 
-En 1994 pagó millones de dólares a los convencionales del movimiento que lideraba Aldo Rico para conseguir la cláusula que posibilitó su reelección como Gobernador de la provincia.
-En el año 2001 fue partícipe elemental de la caída de De la Rúa. Tendría mucho más para decirle, pero supongo que llegado a este punto el turista se habrá ido a gastar unos dólares en el hermoso casino de la ciudad. Y, claro, le aconsejaría comprar el libro.

-¿Por qué consideró necesaria hacer una “Advertencia al lector”?
-Por varios motivos. Para establecer un pacto franco, para dejar en claro que la objetividad es un mito; que cada día, en los llamados grandes medios de comunicación, nos contrabandean ideología ya desde los titulares; que esos medios y buena parte de los periodistas más conocidos fingen objetividad y han hecho de la información, de la noticia, una mercancía. Creo que ese pacto con el lector, y esa mirada que tengo sobre el periodismo escrito como género literario, queda también bastante claro en la cita de Onetti que sirve de umbral del libro.

-En la “advertencia” sostiene que es un libro “insubordinado” y que se trata de “algo personal”. También, que no contiene “una pizca de neutralidad” y no es “un modelo de objetividad”. ¿Considera que, despojado de estas características, el periodismo está más cerca de su ideal?
-Te voy a responder echando mano de un pasaje de lo que escribí en esa “advertencia”: todo testigo es forzosamente subjetivo. El periodista relata los hechos, opina, comenta, dominado continuamente por su manera de ver, de contemplar, de observar. Cada uno cuenta a su modo porque cada uno percibe a su modo. Hay quienes escriben exceso para referirse a una masacre. Hay quienes denominan guerra a una invasión salvaje. Hay, todavía, editorialistas que llaman Proceso de Reorganización Nacional, o, con impúdica intimidad, simplemente Proceso a la última dictadura que descuadernó al país. Dicen Proceso como quien dice Cacho, Beto, Tito.

Como se aprecia, en “El regreso del Otro”, a la vez que van surgiendo operaciones y negociados de Duhalde, López Echagüe desgrana una mirada crítica sobre los medios de comunicación y ciertos periodistas, sin callar nombres y apellidos. Allí aparecen prácticas similares –poco éticas, como mínimo– de Grondona y Verbitsky, operaciones de prensa, acuerdos, silencios, complicidades.
Todo, en medio del recorrido duhaldista por la política nacional, que el autor relata con precisión: los nexos de Duhalde con la Triple A y sus apariciones en “El Caudillo”, revista de prensa de las tres A; sus negocios privados como funcionario público de la Municipalidad de Lomas de Zamora; las trampas y maniobras con las que alcanzó la Intendencia de ese Partido; las causas penales que lo relacionan con el narcotráfico; los indultos que firmó siendo gobernador y vicepresidente; las irregularidades y negociados del Banco Provincia; los antecedentes de los dirigentes que lo acompañan (más que antecedentes, prontuarios); su preponderante rol en la agitación de los saqueos en el 2001; el entramado político para voltear a De la Rúa; su presidencia interina signada por el negocio para los amigos y las balas para Kosteki y Santillán: todo esto, y muchísimo más constituye parte del conjunto de hechos que van surcando las páginas del libro y que demuestran lo que Duhalde fue, y es, capaz de hacer.
Y hechos más puntuales y silenciados como éste: su primer acto de gobierno como Presidente interino fue cenar con Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, a quien Duhalde benefició con la pesificación de sus deudas y con la ley de protección a los bienes culturales, también llamada “Ley Clarín”, por ajustarse estrictamente a los intereses del Grupo.
Quizá por eso ahora Duhalde reaparezca tan bien presentado en las páginas del diario y López Echagüe sea tan absolutamente ignorado.
Como él mismo dice “es notorio el silencio que hay en muchos medios acerca de este libro. Ni lo mencionan. Puede que sea porque es malo, aunque para hablar de las mamarrachadas de Sylvina Walger, Tenenbaum, Majul y Yofre no se ahorran línea alguna”.

(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", febrero 2011)

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