sábado, 5 de junio de 2010

La cámara que atraviesa rejas

“El Almafuerte” es un film realizado en ese instituto de menores de máxima seguridad, ubicado en Melchor Romero (La Plata). Es producto del taller de cine que impulsaron los tres directores y muestra la producción llevada a cabo por los chicos allí alojados. El arte y la creación en un ámbito de encierro y barrotes.

Por Luis Zarranz
Un documental que muestra un instituto de menores de máxima seguridad y en vez de dejarte en situación de encierro, te libera. 
Eso es lo que transmite “El Almafuerte”, un film de reciente estreno realizado por tres jóvenes directores, quienes documentan el taller de cine y video que funcionó como excusa para que  los pibes alojados allí tengan su primer acercamiento al registro audiovisual y realicen, a su vez, un documental sobre la revista que impulsan.
Un documental sobre un documental. Sí, mucho más: las voces de los chicos, sus historias, la cámara como juguete rabioso, las risas, las rejas que se van derrumbando, tristezas, el encierro de adolescentes, sus capacidades, la libertad…
Andrés “Gato” Martínez Cantó y Roberto Persano son dos de los directores (el otro es Santiago Nacif Cabrera). Ellos ofrecen detalles no sólo sobre el documental sino sobre cómo los implicó realizarlo.

-¿Cómo surgió la motivación para hacer el documental?
-Roberto Persano: Nos surgió la inquietud de trabajar con menores judicializados, sobre la base de unas investigaciones que veníamos realizando. Como nuestro conocimiento pasaba por lo audiovisual decidimos preparar un taller de cine y video documental que tuviera como trabajo final un cortometraje realizado por los propios integrantes del taller. La idea era darle herramientas y espacios para “liberar” la voz de los que estaban detenidos.

-¿Qué pensaban antes de “El Almafuerte” y qué piensan ahora, tras su experiencia allí?
-Andrés Martínez: Cuando entramos había gente que nos pegaba por derecha (“¿cómo van a ir ahí con todos los pibes chorros?”) y por izquierda (“están siendo funcionales al aparato ideológico del Estado legitimando la prisión para los pibes"). Creemos que la alternativa es el cambio social, pero para eso hay que trabajar el mientras tanto. Buscar alternativas y trabajar en lo que se llama "reducción de daño".
-RP: Al comenzar el taller fuimos con más dudas que certezas y algunos prejuicios que no nos podíamos quitar. Pero eso se resolvió rápido: los pibes siempre se mostraron predispuestos a trabajar junto a nosotros a la vez que nos exigían un compromiso con la continuidad del taller.

-¿La relación con los chicos modificó la idea primaria sobre el contenido?
-AM: La realidad es un horizonte turbulento e impredecible: arrancamos con una idea que luego se fue modificando. Las subtramas, vinculadas a lo cotidiano del encierro, empezaron a competir con la trama, las prácticas didácticas en contexto de encierro. La película fue mutando en estos casi 4 años de trabajo intenso. 

-Tras abordar la temática del encierro, ¿cuál creen que puede ser una solución a esta problemática?
-RP: Si nos remitimos a los resultados, estas prácticas punitivas no sirven para nada. Nadie está preparado para pasarse encerrado en una celda de 3x3 veinte horas al día. Y menos si se tiene 17 o 18 años. La realidad demuestra que cuando los pibes salen muy pocos consiguen una libertad duradera. O están marcados por la policía lo que los convierte en victimas seguras del gatillo fácil, o vuelven al barrio con todo lo que ello implica (drogas, transas, pandillas). Creo, por lo que vivenciamos con este trabajo, que hay que hacer un trabajo en el barrio, modificar el ámbito donde vive el pibe…. No hay que cambiar al pibe de barrio, sino hay que cambiar el barrio del pibe.
-AM: Además, no creemos que nazcan para chorros. La panacea de bajar la edad de imputabilidad implica criminalizar más la pobreza y continuar con la exclusión.

-¿Qué huellas les dejó hacer la película: que cosas les impactaron y siguen ahí, girando en cada uno de ustedes?
-AM: Que los pobres y jóvenes siguen siendo blanco preferido del gatillo fácil y de la discriminación.
-RP: No sé si con la película logramos cambiar algo en la historia de los pibes que están alojados en el Almafuerte, eso lo dirán ellos. De lo que estoy seguro es que sí nos cambio a nosotros.  La relación con ellos, los amigos que ganamos durante esos años de laburo, los chicos que murieron: todo eso dejó marcas en nosotros.


(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", junio 2010)

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