Pascual Serrano
El fundador del sitio Rebelión, y autor de
varios libros que revelan cómo desinforman los medios, es uno de los pensadores
más lúcidos sobre la comunicación. En esta entrevista, analiza las prácticas
hegemónicas, el papel de las audiencias y los desafíos para sostener
modelos alternativos a los grupos dominantes.
Por
Luis Zarranz
Pascual Serrano es uno de esos periodistas e
intelectuales cuya opinión es valorada y respetada en diversos rincones del
mundo, sobre todo por quienes primero paran la oreja izquierda para escuchar. Este mérito se debe a una trayectoria
prolífica de libros, artículos y reflexiones, cuyo vértice es una mirada
crítica, lúcida y lapidaria de los grandes medios de comunicación.
Serrano nació en Valencia, España, en 1964, y
casi treinta años más tarde se licenció en periodismo, en Madrid, donde vive,
trabaja y pretende desenmascarar el poder mediático. Desde allí, también, responde
con entusiasmo las preguntas que viajan en correo electrónico desde Buenos
Aires y que cruzan el océano a velocidad cibernética.
Con la misma presteza, Serrano, junto a un
grupo de colegas, fundo en 1996, el sitio Rebelión (www.rebelion.org), uno de
los máximos paradigmas de la comunicación alternativa en Latinoamérica. Durante
2006 y 2007 fue asesor editorial de Telesur, el canal que es hijo de los
procesos de cambio de nuestro continente y cuya pretensión es generar un modelo
de comunicación contrapuesto a los medios dominantes.
Antes y después, y en medio de sus habituales
colaboraciones en periódicos españoles y latinoamericanos como Le Monde
Diplomatique, La Jiribilla y Diagonal, publicó, sucesivamente, dos ediciones de
“Perlas. Patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación”; "Medios
violentos. Palabras e imágenes para el odio y la guerra"; “Desinformación.
Cómo los medios ocultan el mundo”; “El periodismo es noticia. Tendencias sobre
comunicación en el siglo XXI”; "Traficantes de información. La historia
oculta de los grupos de comunicación españoles"; y, en junio de este año,
“¿El mejor de los mundos? Un paseo crítico por lo que llaman 'democracia'".
En ellos, en la línea de pensamiento de
Ignacio Ramonet, Eduardo Galeano y Noam Chomsky, Pascual Serrano describe con
precisión el perverso ADN de la desinformación mediática.
Y, ahora que pulsa “Enviar”, también responde
nuestras preguntas.
-En el
último año en Argentina se instaló un antagonismo entre “periodismo militante”
y “periodismo independiente”. En su opinión, ¿existe tal antítesis? ¿Por qué?
-A mí personalmente no me gusta ninguno de
los términos. Para empezar, el periodismo independiente no existe, o mejor
dicho, es indefinible. ¿Independiente de qué? ¿de quién? Siempre dependerá de
algo o alguien, dependerá de lo superiores jerárquicos de quien escriba que
decidirán si se publica o no, dependerá del marco económico en que se
desarrolle el medio que será decisivo para que sea viable o no el proyecto,
dependerá de todos los poderes económicos y políticos que garantizan el
funcionamiento del medio, dependerá del punto de vista del periodista que está
escribiendo. El uso de esos términos es malicioso porque lo hacen los sectores
privados que se arrogan sin fundamento alguno el carácter de “independiente”
frente a un periodismo que actúa condicionado por principios y valores.
-¿Por
qué los medios se muestran tan interesados en desdibujar desde dónde “informan”
y a la vez ponderan la “objetividad” y la “libertad de expresión”?
-Los grandes medios han descubierto que, para
influir, deben presentarse como asépticos, neutrales, virginales. Basta con
observar el nombre neutro que dan a sus cabeceras: El Mundo, El País, La Razón,
La Nación, ABC. De este modo deslizan intencionalidades, valores,
posicionamientos, que disfrazan como información pura. Incluso mienten. Por
último el uso y abuso del término de libertad de expresión, es sólo un escudo a
través del cual quieren mantener su impunidad para manipular y sus privilegios
para dominar el mercado informativo.
-Usted
ha señalado a los medios como “traficantes de información”. ¿Por qué es posible
esa definición?
-Mi libro Traficantes de información recurre a ese título para presentar a las empresas de comunicación como meros
tiburones de las finanzas. En su modus operandi se aprecian todas las tropelías
de ese mundo: tráfico de influencias, especulación, atropellos laborales,
accionariado cruzado con empresas que trafican con armas, complicidad con
golpes de Estado y dictaduras e incluso con la delincuencia organizada. En
realidad, nada diferente a cualquier otro gran sector de la economía privada.
-Los
movimientos sociales suelen plantear la invisibilidad que les asignan los
grandes medios pero también alzan la voz cuando sus temas son incorporados en
las agendas mediáticas porque éstas distorsionan la información. ¿Cómo es
posible escapar de este laberinto?
-No voy a decir que deben desentenderse por
buscar el modo de ser protagonistas de la agenda informativa, pero sí es bueno
que sepan que en el panorama privado empresarial de la información nunca van a
encontrar un trato plural y honesto. Ese sector se mueve en un marco económico
y financiero determinado y a él se deben. Todo lo que se enfrente al modelo
económico dominante será silenciado o castigado desde esos medios. Por eso
deben ayudar y participar en la elaboración de otro modelo informativo
diferente.
-Ante
lo que usted describe sobre los medios, ¿Qué futuro les augura a los
periodistas profesionales?
-La casuística del periodista profesional es
muy amplia. Mi opinión es que el profesional honesto que quiera adaptarse a los
nuevos tiempos debe practicar un periodismo de análisis e interpretación. El
formato, urgente, frívolo y superficial de nuestros medios va a ser arrasado
por internet y el testimonio ciudadano gracias a las nuevas tecnologías.
-Usted
ha señalado las responsabilidades de medios pero estos suelen escudarse en la elección
de la “gente”. ¿Qué responsabilidad le atribuye a las audiencias?
-Escudarse en las audiencias es muy habitual.
Creo que es discutible que las audiencias exijan esta mediocridad en los
medios. Ayer mismo observé que el programa que logró más audiencia en las
televisiones españolas la semana pasada fue la previsión del tiempo
atmosférico. Si de toda la programación televisiva de una docena de canales, lo
más aceptado por la audiencia fue la programación del tiempo es evidente que
están diciendo que los contenidos son una mierda.
-Aquí
se discute la definición “medios alternativos” es pertinente, dado que
parecería reducirlos, a perpetuidad, a ser los hermanos menores del sistema de
medios. ¿Le parece válido este tipo de debate? ¿Se lo ha planteado alguna vez?
-Sí, claro que me lo he planteado. Me parece
apropiado el término alternativo pero con vocación de dejar de serlo.
Alternativo quiere decir que promueve algo diferente a lo dominante, es
evidente que es lo que todos pretendemos. Ahora bien, anclarnos y
congratularnos en esa alternatividad puede suponer condenarnos a la
marginalidad. La verdadera vocación del alternativo, en política, en sociología,
y también en medios de comunicación, debe ser conseguir la hegemonía.
Por eso en Rebelión durante mucho mucho mucho tiempo no hacían más que copiar y copiar noticias de otros medios, porque ni ellos eran independientes... ¿no?
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