Julio
Grassi fue denunciado, en el 2002, por "abuso deshonesto" y
"corrupción de menores". Seis años después, todavía no hay fecha para
el juicio oral en un caso donde los delitos investigados son hechos aberrantes.
La estrategia del sacerdote y el nefasto papel de los medios que, en reiteradas
y cuidadas entrevistas a Grassi, extienden el maltrato sobre los denunciantes.
Por
Luis Zarranz
Enrique Stola es médico especialista en Psiquiatría y Psicología Médica
y Clínica. Estos datos no alcanzan, sin embargo, para definirlo en su
totalidad. Para ese propósito es indispensable decir que es internacionalmente
reconocido como terapeuta en la atención de cuestiones de maltrato infantil y
violencia intrafamiliar, institucional, sexual y de género.
En este país, y no es el único en el mundo, dedicarse a atender y a
denunciar los abusos contra las mujeres y los niños implica ser atacado y
difamado por los numerosos grupos que consideran que denunciar estas cosas –no que
sucedan– destruye a las familias.
Si se le añade que el Dr. Stola fue el psiquiatra de los dos jóvenes que
denunciaron al cura Julio Grassi en el programa Telenoche Investiga, y que, posteriormente,
se convirtió en testigo de la causa que todavía espera el juicio oral, es muy
sencillo concluir que su vida no es nada sencilla.
En la vereda de enfrente están la Iglesia , los medios de comunicación y los grupos
económicos que financian y garantizan la impunidad del cura (la Fundación Felices
los Niños fue la más apoyada económicamente por el Gobierno y los sectores de
poder durante la década del 90).
Pese a las amenazas continuas, las golpizas, los intrusos en su casa y
los robos que sufrió, Enrique Stola tiene el coraje, el valor y la coherencia
de juntar paciencia hasta que la injusta Justicia decida que es posible
realizar el juicio oral a Grassi bajo los cargos de "abuso
deshonesto" y "corrupción de menores".
Jaque al Rey entrevistó a
este médico psiquiatra para conocer pormenores de un caso que más que
silenciado, parece amordazado. Son ínfimos los medios que informan que Grassi
tiene tres causas de abuso sexual y corrupción de menores agravado. Dos,
radicadas en Morón y la tercera en Calafate. Allí, durante un viaje, Grassi
habría abusado de un joven, hoy mayor de edad, quien junio de 2006 se animó y
declaró por primera vez en contra del cura.
El examen psicológico que le hicieron al sacerdote sostiene indicadores
similares al perfil de los delincuentes sexuales. No lo dicen los testigos de
parte. Lo dice la pericia, que confirmaría la impericia del fundador de la Fundación Felices
Los Niños.
Los medios, que han utilizado cientos de prácticas desdeñables para
defender a Grassi, jamás se han interesado por el estado y la salud mental de
las víctimas. Sin embargo han entrevistado al cura, y siguen haciéndolo, para
que imponga su versión de los hechos: la del complot contra su persona.
Esas entrevistas –con la escenografía adecuada: una pequeña habitación,
cama, mesa y Biblia; clima de austeridad y de recogimiento espiritual– tienen
ese objetivo explícito pero además uno más macabro: mostrar todo el poder del
sacerdote. Es un mensaje a otras probables supuestas víctimas: no hablen porque
serán despedazadas en nuestros programas.
En cada uno de las emisiones televisivas donde se coló el caso Grassi,
se calificó negativamente a los jóvenes que lo denunciaron, se dieron allí sus
nombres a pesar de ser menores de edad, se los trató de discapacitados, de
chantajeadores y muchos adjetivos denigrantes.
Luis Majul alcanzó a emocionarse en la entrevista con el cura. Majul
nunca preguntó por el estado de las supuestas víctimas como tampoco lo hicieron
monseñor Bergoglio, monseñor Lozano, monseñor Echron, el capellán Baseotto,
monseñor Romaní, y sigue la lista.
¿Qué pueden pensar y sentir jóvenes marginales ante tamaño despliegue de
poder, ante la emoción de Majul, ante las reverencias de Mariano Grondona,
Daniel Hadad y ante el apoyo explícito de muchos obispos argentinos?
Enrique Stola lo revela en esta entrevista donde, entre otras cuestiones
destacadísimas, se evidencia la perversidad de los medios, que cada vez tienen
más fines.
Jaque
al Rey -¿Cómo llegó al caso?
Enrique Stola -Cuando vi una denuncia
que apareció por televisión, (se refiere a la investigación "Yo,
Grassi" emitida por Telenoche Investiga el miércoles 23 de octubre de
2002) estaba impactado como todo el mundo. Y entonces, mientras estaba viendo
el programa le dejé un mensaje a alguien de la producción. Yo había estado en
TN Investiga en el programa anterior, cuando se analizó la forma de dominación
que tenía un programa de entrenamiento que utilizaba técnicas psicodramáticas.
Aparecí analizando lo que el TN Investiga había investigado al respecto.
Entonces les ofrecí mis servicios como analista institucional, pensando que el
equipo iba a tener una fuerte presión. Mi idea era hacer una especie de
intervención psicológica institucional sobre el equipo periodístico. A la
semana siguiente recibo un mail que dice que van a requerir mis servicios, que
les diga día y hora, lo antes posible. Les di un turno para el día siguiente,
un martes a las 16. Eran los 16:15 y no venía nadie. Yo no sabía quién iba a
venir pero entonces recibo un llamado telefónico hecho por una mujer que me
dice: "Estamos llegando tarde, pero estamos yendo". Al escuchar que
hablaba en plural, me dije "debe ser una pareja". Al rato llegan y
entra una señora joven con un jovencito. Pensé que serían madre-hijo. Para nada
los relacionaba con el caso. Y cuando entran me dice: "Soy la tutora de
'Gabriel', el joven que hizo la denuncia" ahí casi me caigo de espaldas.
-Pero
se mantuvo en pie
–Sí. Tuve una entrevista de dos horas
con "Gabriel", y en ese lapso decidí que lo iba a acompañar. Le
planteé tener una entrevista al otro día, hicimos eso, y el jueves la llamé a
la jueza que estaba a cargo (el caso lo investigaba la Justicia de San Isidro) y
le dije: "Yo he tenido dos entrevistas con 'Gabriel'". Me dice que
vaya inmediatamente al juzgado. Fui y di cuenta de las dos entrevistas. Informé
cuál era el criterio con que iba a trabajar: mi objetivo no era que
"Gabriel" declarase o no, sino acompañarlo y fortalecerlo para que
tomara la decisión que creyera conveniente. Si se quería ir del país o
participar del juicio era cosa de él. A mi me interesaba que cualquier decisión
la tomara con el máximo de libertad y la pudiera sostener. Me dijo que ella
estaba totalmente de acuerdo y me preguntó si yo estaba dispuesto a atender a
alguna otra posible víctima, si aparecía. Le dije que no había problema, que
contaba con un grupo de colegas que podía hacerse cargo también. "Mire que
esto es difícil", me dijo
-¿Le
hizo una advertencia?
-Me hizo la advertencia, aunque yo no
tenía elementos para saber lo que implicaba. Eso fue un jueves y el viernes me
llama para ver si podía atender a otra persona que ya había declarado. Entonces
apareció "Ezequiel". Con él tuve pocas entrevistas y se encargo la Licenciada Maria
Inés Olivella de su atención y yo, de la supervisión. En ningún momento
"Gabriel" y "Ezequiel" se conocen ni se conocerán. Hemos
sido muy cuidadosos. Cada uno tiene su propia experiencia.
-¿Cuán
"pesado" era el tema?
-Muy pesado, porque en ese momento
estaba toda la prensa, todo el grupo Hadad, Mariano Grandona, Ámbito Financiero
presionando y diciendo cualquier cosa sobre estos jovencitos. Y no había
abogados que salieran a responder. En un momento se hizo tan fuerte la presión
que yo decidí salir a hacerlo. No permití que me tomaran fotos por un tema de
seguridad porque a donde íbamos había seguimiento buscando al pibe. Daniel
Hadad quería la foto de "Gabriel" para publicarla. Estábamos en un
lugar y había que sacarlo encapuchado. Entonces decido salir a hablar. La
revista Veintitrés me hace un reportaje y ahí digo todo lo que pienso, cómo
estaban maltratando a los chicos por televisión. Recuerdo que me llaman de
Radio 10 para hacerme un reportaje y les dije que no le iba a dar ningún
reportaje a ningún medio que haya maltratado a mis pacientes, sea Radio 10,
Canal 9, La Nación ,
Ámbito: todos los que respondían corporativamente.
-Se
convirtió en el hombre sobre quien podían "disparar"
-Si, totalmente. Después apareció como
abogado Juan Pablo Gallego y ahí se pudo organizar una defensa de los pibes.
Increíble, a las supuestas víctimas había que defenderlas. La causa pasa a
Morón, al juzgado del Dr. Ricardo Oyama, gran "personaje". Este juez
me dice que quiere conocerme. Entonces fui pensando que iba a ser una charla…
pero en realidad quería que yo declarara y recuerdo que estaba él y el asesor
de Menores. Cuando hablo con el juez le digo: "¿Ustedes vieron cómo tratan
a 'Ezequiel' en el programa de Grondona?: como discapacitado, usando el término
como una descalificación. ¿Vieron las
cosas que dijeron de "Gabriel"? Están buscando el nombre real, hacen
aparecer a la madre de 'Ezequiel' contradiciendo a su hijo, diciendo de que es
un mentiroso y las demás atrocidades. El juez me dice: "No, no sé nada, no
miro televisión". Lo mismo, el de Menores. ¡¡Cómo puede ser!! El
escribiente les decía: "Pero doctores… es el tema del que se habla todo el
día." Una caradurez total la de estos señores. Ahí me di cuenta que la
cosa era bien pesada. Hay algunos muy buenos jueces, pero también hay gente que
tiene mucho poder y son de lo peor. Gente no confiable, como el caso del fiscal
general de Morón Federico Nieva Woodgate, que debería ser la cabeza seria y
honesta del Ministerio Público. Para mí es un tipo no confiable, con el cual
tuve una fortísima discusión. No quiero saber absolutamente nada con él. Me
produce un profundo temor estar a solas con este hombre. No acepto con él
ninguna entrevista solo, quiero siempre testigos.
-¿Cómo
sigue su participación en el caso?
-Actualmente estoy en calidad de
testigo. Estuve asistiendo y conteniendo a "Gabriel" hasta noviembre
del 2005 cuando me entero que él había firmado, en sede judicial, que desistía
de seguir como "particular damnificado". Cuando me entero de eso en
una entrevista que tenemos, le digo: "No puedo seguir siendo tu terapeuta,
porque tengo que denunciar a este tipo. No puede ser que un fiscal te haga
renunciar". Pensé que era el fiscal, que en ese momento tenía mas contacto
con él, pero en realidad el ideólogo era el fiscal general Nieva Woodgate. Yo
ya venía percibiendo que con sus comentarios boicoteaba mi relación con
"Gabriel". Entonces dije: "Lo voy a denunciar porque no puede
ser que esto quede como antecedente". Si no sería cuestión de esperar que
cualquier niño, niña o adolescente marginal abusado/a sea mayor de edad,
dilatar el proceso y luego un fiscal que lo haga renunciar a ser
"particular damnificado" con el cuento de "nosotros te vamos a
defender". Entonces no habría nadie que denuncie. En ese momento hago dos
denuncias, porque además a "Gabriel" lo hacen firmar sin la presencia
de un abogado, sin evaluar en qué estado estaba: terriblemente desgastado por
todo lo que le venía ocurriendo. Cuando se hace esta audiencia pública donde
obligan a "Gabriel" a desistir de la denuncia, la policía tiene
mandato para no hacer entrar a Gallego, el abogado de los chicos. Gallego
estuvo cinco horas ahí sin moverse, tuvo que ir gente de Derechos Humanos de la Municipalidad de
Morón para que hubiera testigos calificados de cómo se estaba violando la ley
ya que ni siquiera le querían dar un comprobante de que estaba ahí, en el
juzgado.
-Entonces
usted también denuncia esta arbitrariedad
-Exactamente. Denuncio al fiscal, al
Secretario del Juzgado, entre otros. Mi denuncia se suma a la que hizo el
propio Gallego y el Comité de Seguimiento por los Derechos del Niño. La Cámara resuelve no dar
bolilla a nuestra denuncia. Sin embargo, Casación aparta al Tribunal y
dictamina que se haga todo de nuevo. Entiendo que la defensa del cura no nos
quiera, pero estamos ejerciendo nuestra profesión y estamos totalmente
comprometidos con la misma, con nuestros compromisos éticos y profesionales.
-¿Cuál
fue el efecto que iba produciendo en estos dos jóvenes la profunda campaña
instalada en los medios en defensa de Grassi?
-Uno de los efectos es inhibir
posibles nuevos testigos. En caso que el cura llegue a ser condenado porque se
compruebe que es un abusador, va a significar que hay muchas más víctimas que no
han podido declarar. ¿Por qué? Porque sucede lo mismo que en un grupo familiar
donde un nene o una nena denuncia "el abuelito me está tocando" y se
arma tal quilombo familiar que llega un momento que se retracta y dice
"no, no era así". Luego, llegado un caso similar, prefiere
callárselo. Cuando el cura estuvo un mes preso y da sus entrevistas en una
piecita y se suponía que dormía ahí, (digo "se suponía" porque yo
dudo de todo eso: creo que dormía en otro lugar y la pasaba mucho mejor de lo
que demostraba), da una imagen absolutamente distorsionada a la que los chicos
denuncian. En segundo lugar, cuando Grassi fue liberado y fue a la Fundación Felices
Los Niños y lo reciben en andas, me tuve que ir de urgencia a La Plata porque uno de los
pibes estaba en crisis de nervios y de pánico ante esta situación. Lo tuvimos
que sacar del Programa de Protección de Testigos porque él decía "yo estoy
preso y este señor está libre". Este Programa lo tenía en una situación de
control y cuidado, que él vivía como una prisión. Imagínate un chico que ha
vivido marginado, que ha tenido el peor concepto de la Policía , de la Justicia , que no cree
absolutamente en nada y además, según él, tiene una pésima experiencia con este
hombre. Y el otro pobre pibe, "Ezequiel", ver por televisión a su
madre hablando en contra de él, todo financiado por varios canales,
fundamentalmente Canal 9. Así que vi cómo se deprimían, cómo lloraban, cómo se
angustiaban. Cada vez que Grassi sale entrevistado, mostrándose como víctima,
con toda la propaganda… ¿cómo lo viven los pibes? Es una muestra de poder del
cura y el pensamiento es "ante tipo yo tengo que declarar, ante este tipo
yo tengo que hablar". Eso produce profundo miedo y pánico y creo que en
esto se basa parte de la estrategia de defensa del cura, generar pánico. Y
todavía resulta efectiva. Sabrá hasta cuándo el Dr. Sandro, que es el que
dirige toda esta defensa, sabrá Pierri, Telleldín y todos los personajes
ligados al cura Grassi: monseñor Bergoglio y toda la Conferencia Episcopal
que lo defienden.
-¿Y
en su caso, qué genera?
-En mi caso, por ahí cuando estoy
hablando esto con mi pareja me dice que está ocurriendo lo que ellos quieren:
que tenga miedo, que no pueda estudiar. Y sí..., que te toquen el portero
eléctrico y te digan "te vamos a reventar a vos y a tu familia, te metiste
con nosotros", recordar la escena acá, tirado en el piso porque me habían
recontra cagado a palos y quedar con stress post traumático más de un año y dos
meses medicado. No es fácil, así que no me pidan los monseñores que están
avalando todo esto que sea muy educado con ellos, pero lo que sí puedo decir es
que puedo mantener mi objetividad profesional con respecto al cura. No tengo
nada contra él, lo único que quiero como testigo es responder a las preguntas
que tenga que responder y nada más. Que se termine esto y creo que para él esta
situación de incertidumbre no es buena. Sería bueno que él tuviera el juicio.
Para los chicos es una privación de Justicia: van seis años de la causa y no
hay fecha de juicio, aunque parece que se hará en el segundo semestre de este
año. Y hasta que no comience, en este caso, no se sabe nada. Un tipo que ha
tenido tantos abogados, tantos estudios caros que no han tenido ni Menem ni
Cavallo.
-¿Quien
cubre esos gastos, la propia Iglesia?
-Lo cubren empresarios como Santiago
Soldati (dueño de uno de los grupos económicos más fuertes del país), según lo
declaró Moreno Ocampo: que Soldatti le pagaba a él. Parece que Moreno Ocampo es
medio mercenario porque si le pagan, él lo hace y ahora está juzgando
mercenarios en Europa. No sé qué otros grupos, quienes financian, pero hay que
tener plata para financiar durante seis años a Sandro, por ejemplo, que es el
abogado penalista más caro del país. Por qué un cura tan "humilde"
tiene tantos abogados, la verdad no sé.
-¿Grassi
tiene un régimen de visitas a la
Fundación con vigilador?
-Antes su "vigilador" era
una monja, que después creo que renunció. Con todo el ejercicio y entrenamiento
de manejar el poder que tiene él, no creo que esa cuidadora o cuidador, sirva
de algo. Creo que se maneja con total libertad, de la misma forma que viene a
Capital, apoyado en sostenes tales como Monseñor Bergoglio. Grassi, pese a
todo, da misas (lo hace también en Provincia de Buenos Aires), así que no hay
restricciones.
-¿Alguna
vez Grassi tuvo contacto directo con usted?
-No, una vez que fui a hacer una
denuncia contra Telleldín, mientras estaba esperando al fiscal, entró a hacer
una denuncia y se colocó delante de mí. Fue una sensación muy extraña porque
nunca lo había visto personalmente pero fue la única vez que lo vi.
-¿La
denuncia contra Telleldín tenía que ver con el caso?
-Sí, Telleldín se había puesto en
contacto conmigo con un nombre falso primero, no sé buscando qué. Creo que
buscaba lo que consiguió después, ser tapa de revistas, como Veintitrés, y así
ganar clientes dentro y fuera de las cárceles. Yo presento una denuncia contra
él y su relación con el cura luego de tener una entrevista con Telleldín en el
bar La Paz –con testigos, por las dudas. Estos son los personajes que están con
Grassi. Fue interesante porque Telleldín me dijo que sólo se ocupaba de la
"logística". Pinchar teléfonos, verme los mail, que para eso lo
habían contratado, pero que en las cosas pesadas él no tenía nada que ver.
Después hice la denuncia y nadie investigó.
-¿El
abuso inicial se ve reforzado con Grassi saliendo por televisión en entrevistas
donde no se le pregunta nada que lo comprometa?
-Es otra forma de abuso. "Gabriel"
declara que sufrió abuso sexual. Eso lo resolverá la justicia. Luego lo que hay
es abuso de poder sobre chicos marginales, por los que ningún periodista se ha
interesado jamás. Nunca. Ninguno me llamo para preguntarme como estaban los
chicos. Y los que me presionaban para que les entregue datos, nunca me
preguntaron: "Doctor, ¿cómo están los chicos?" Nadie, nunca. Lo que
trae esto es una gran dificultad para organizar la vida porque la experiencia
que han tenido ha sido traumática. Se frustra la posibilidad de estudiar,
porque le aparecen los matones a la salida de la escuela; la posibilidad de
trabajar, porque le aparecen en el trabajo. Son pibes que llevan hace seis años
una vida muy difícil como ocurre, al final, con todos los chicos y las chicas
que han denunciado esta situación y la persona que denuncian es poderosa
-Después
de haberlos acompañado, ¿cree que de pasar por un hecho similar estos
chicos se animarían a denunciarlo? ¿Qué
mensaje podemos transmitir para quien sufrió un abuso y tenga temor a
denunciarlo? Porque los mensajes que se emiten desde los medios no alcanzan sólo a estos dos chicos.
-Claro. El mensaje que transmiten los medios es "cállate
que lo importante es la familia, lo importante es el doctor que está abusando
siga curando enfermos. Lo importante es que el cura siga dando de comer a
chicos, y bueno, si se bajo a dos o tres, no hay problema"
-O
“algo habrán hecho esos chicos”
-Como dijo este obispo de Tenerife
(España): "Hay que ver los chicos de doce o trece años que inducen a ser
abusados, seducen". Una cosa terrible, pero esto está en gran parte de la
mentalidad de los curas y los obispos. Siempre tienen la culpa los chicos
porque los seducen o los adolescentes o la mujer por ser mujer. La Biblia lo dice, la mujer
tiene la culpa. Para el chico resulta muy difícil organizar su vida y esto no
es muy esperanzador. Me acuerdo de uno que dijo: "Si hubiese sabido esto,
no hablaba". Y lo entiendo perfectamente. Un chico marginal, después de
hablar, después de sufrir las cosas que han sufrido, ¿qué van a hablar? Por
otro lado, hay algo que tiene que ver con el orden de la salud, de la dignidad
que opera internamente como un espacio de salvaguarda de todo esto. "Al
final lo único que hice fue decir la verdad y es importante que haya gente que
me creyó". He tenido que acompañar a muchos pacientes que han dicho la
verdad en su grupo social, que el abuelo, el padre, o el tío los abusaba y se
armaba un gran quilombo, pero lo importante es que siempre había un parte de la
familia que los apoyaba. Y después podían comenzar a reestablecer su
tranquilidad espiritual, se tranquilidad psíquica y hacer un proyecto de vida y
de ejecutarlo. Podían hacer determinados estudios, un trabajo y sostenerlo,
comenzar a tener relaciones sentimentales. Es mucho más duro enfrentarse a
alguien que tiene poder.
-Desde
el acompañamiento, ¿cómo se contrarresta esa muestra de poder, contra chicos
que fueron y son abusados?
-El acompañamiento afectivo tiene
tanto poder que contrarresta el de los medios. Que el chico o la chica sepa que
tienen a quien recurrir y en quien refugiarse. Que no importa lo que tiene, lo
que no tiene o haya hecho en su vida, que puede confiar y puede recurrir. Y es
importante porque todos estos chicos han confiado en el profesional o han
confiado en su momento en el cura. Han puesto su vida en esa confianza, y que
de golpe sean abusados sexualmente. Un juez decía que es "un disparo al
psiquismo", a todo el sistema de creencias, a la identidad, se viene todo
abajo. Entonces cuando encuentran personas que están con ellos, que se juegan
con ellos, que los contienen y saben que no se van a doblar, es algo muy
saludable para ellos. Les facilita la recuperación.
-¿Y
en este momento qué contención tienen?
-Sé que están dentro del Programa de
Protección al Testigo.
-¿Es
un programa del Estado?
-Sí.
-¿Cómo
funciona?
-Tiene gente capacitada, muy
conciente, coordinadores, muy buenas personas y es un programa que tiene mucha
experiencia y hace buena contención. Ahí hay colegas psicólogos trabajando
también, así que supongo que están contenidos por estos colegas, pero yo no
tengo contacto con ellos en este momento.
-Más
allá de este caso, ¿hay estructuras del Estado a las que se pueda recurrir para
encontrar una contención?
-Todavía no hay una política de Estado
ni el tema está en la agenda presidencial. Lo que hay en estos momentos, desde
el Estado nacional y los sectores provinciales, son programas de violencia que
atañen todas estas problemáticas. Violencia sobre mujer, sobre género, abuso
sexual y a mi me ha tocado en dos o tres ocasiones pedir la asistencia de estos
programas que coordina Eva Giberti y hubo una rapidísima respuesta. No lo pedí
yo como profesional, lo pidieron familiares o personas a las que inmediatamente
se les dio una respuesta institucional de contención psicológica, de
seguimiento. Me parece muy bueno y sería el primer esbozo de una política por
parte del Estado con personas que conocen bien de esta temática como Eva
Giberti, que son personas comprometidas que están generando política. Creo que
debería estar más fuerte en la agenda.
-¿Qué
pasa con la sociedad? Desde lejos parece no haberse modificado la legitimidad
de la Iglesia ,
ni siquiera la del cura. ¿Hay una tendencia a exculpar a estas figuras? ¿Es así
o sólo es una percepción vista desde la distancia?
-Creo que el abuso sexual entra
todavía en un sistema de creencias en el que el hombre puede disponer de su
objeto de placer, así como puede disponer de la mujer, puede disponer de los
chicos, nenes, nenas. Y aquí hay una posición de clase: si los abusadores o
violadores, son de clase baja, llenan rápidamente la estadística que los jueces
necesitan para decir "yo he condenado". Pero cuando estos abusadores
son de clase media y tienen sus vínculos con la iglesia, en especial la
católica, o con grupos económicos, no son condenados.
-¿Esta
situación se repite en la sociedad?
-Sí, porque primero está la creencia
de que esto no pasa en familias bien, pero pasa en todos los grupos sociales.
Lo segundo es ese temor enmascarado de respeto sobre la figura masculina.
Tercero, si algo pasa en la familia, hay muchas familias que prefieren
callarlo. Cuarto (digo primero, segundo, tercero y cuarto, pero esta todo al
mismo nivel) hay fuertes corrientes dentro de los profesionales –sistémicos, psicoanalistas
y demás– que por una cuestión ideológica dicen: "No importa que papá se
haya cogido a la nena, lo importante es que el papá tiene que seguir
estando". En un congreso en Ecuador discutimos fuerte con una psicoanalista
que dijo: "¿Acaso no existe la violación por accidente?" y "Tenemos
que tomar al abuso sexual como una alteración en la comunicación del grupo
familiar, el abusado tiene que ayudar al abusador a gestar una nueva
ética". Ésta es la postura de muchos sistémicos aquí en Argentina. Hay
jueces que dictaminan que "el hecho ocurrió, pero hay que preservar el
grupo familiar". Entonces se le encarga a la mujer que controle al marido
de que no les pase nada a los chicos. Una cosa de locos, porque sabemos los
códigos que se establecen, con la mirada nomás se domina y se somete y a partir
de ahí puede pasar cualquier cosa. Es exponer a los niños a que sean nuevamente
abusados. Tenemos jueces que trabajan bien, son la minoría. Pero el problema
son los jueces que no se ajustan al derecho, los que hacen prevalecer sus
intereses de grupo, sus intereses económicos, sus intereses políticos o sus
creencias religiosas.
Como el dictamen de un ex juez, el
doctor Cárdenas que dictaminó "dado que en sede judicial no ha sido
comprobado los hechos denunciados, y aunque estos hubieran ocurrido, se indica
la revinculacion del señor tal con sus hijas". No importa que viole a las
nenas: es el papá, es el hombre, es la familia tradicional. El mensaje es
"cállense, no importa que cojan a sus niños, después haremos eternamente
oraciones por ellos". Es una perversidad absoluta. Estos perversos están
militando las 24 horas del día, aunque militancia es una inadecuada palabra, no
encuentro otra: están activos las 24 horas del día con esas fantasías
perversas. Pero estos señores ocupan espacios en el poder político, en el poder
empresarial, en las instituciones profesionales. Entonces cualquier iniciativa
que quieras impulsar para modificar las leyes, empezás a encontrar trabas por
todos lados. Y no necesariamente porque te ponga un fundamento justificado o
razonable. Desde que la Convención Internacional del Niño tuvo carácter
constitucional hasta que salió la ley que protege los derechos del niño,
pasaron más de diez años. Y estas son las trabas de todos estos grupos. Y
además son grupos que actúan corporativamente, como es el caso de la Iglesia Católica.
Si alguien defiende abusadores es la Iglesia. Las instituciones tienen en su
interior a muchos de estos personajes.
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