sábado, 17 de mayo de 2008

Se llevaron un símbolo pero no la simbología


Los desconocidos (conocidos) de siempre ingresaron, el domingo pasado, a la sede de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y destruyeron varios objetos. Increíblemente no se robaron nada, salvo el pañuelo de Hebe de Bonafini. La intimidación, con un claro mensaje mafioso, demuestra el accionar de estos grupos que anhelan la impunidad perpetua. Un ataque contra un símbolo que no puede borrar toda su significancia.

Por Luis Zarranz
   Los símbolos lo son porque representan mucho más que lo que son en sí: por su simbología cargan con un valor agregado y a través de ellos, en la mayoría de los casos, es posible definir un concepto mucho más amplio.
   El pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo representa muchísimo más que cualquier pañuelo y que cualquier pedazo de tela que tenga la misma forma. Representa la memoria, la lucha y la resistencia, entre otras simbologías.
   El pasado domingo 11 los descocidos archi conocidos ingresaron a la Asociación Madres de Plaza de Mayo –otro símbolo de resistencia– y destruyeron varios objetos de la Asociación, la Casa de las Madres y la Universidad Popular. No se robaron nada, salvo el pañuelo de Hebe de Bonafini, la presidenta de la Asociación.
   Con ese mensaje, no hace falta tener mucha capacidad analítica para darse cuenta que no se trató de un simple robo. El robo del pañuelo tiene un alto contenido político: buscan arrasar con la Memoria, la Justicia y la Verdad, tres aspectos que se reavivaron, con cientos de limitaciones, con la reapertura de los juicios.
   “Abrieron los cajones, violaron las cerraduras, rompieron las puertas, revolvieron todo y no se llevaron nada, salvo el pañuelo”, afirmó Hebe de Bonafini en un comunicado difundido por las Madres.
   La modalidad del episodio demuestra que se trató de un innegable acto de amedrentamiento y amenazas contra las Madres. Varias horas después de ocurrido el hecho, Hebe de Bonafini sostuvo: “Yo creo que esto está claro. A mi hija le dijeron ‘estamos volviendo y las vamos a liquidar a tu madre y a vos’.  Y esto es lo que está ocurriendo porque, entraron a la Casa de las Madres, a Prensa Madres y al lugar de la Universidad”.
   Los (des)conocidos que irrumpieron en la sede -a dos cuadras del Congreso de la Nación-, revisaron el escritorio de Hebe y robaron 30 pesos de una cartera, el pañuelo y una agenda, pero no se llevaron los cheques al portador que estaban destinados al pago del personal de la radio. Tampoco faltaron los televisores, los DVD ni las consolas que se encuentran en el sector de prensa de la Universidad de las Madres.
   "La Justicia debe encontrar rápido a los culpables de esto. Yo no quiero custodia ni nada parecido", aclaró Bonafini y vinculó la agresión con un editorial difundido días atrás en el que reclamó que la Armada brinde datos para agilizar la investigación por la Masacre de Trelew, cometida en 1972.
   El ataque había sido descubierto en la mañana del domingo por los feriantes que arman sus puestos en la plaza que está frente a la Asociación. De inmediato alertaron a las Madres.
   Los peritos de la Policía científica informaron que las puertas de Hipólito Yrigoyen 1584 fueron forzadas de adentro hacia fuera, por lo que se presume que los atacantes ingresaron durante el sábado y permanecieron allí cuando la sede fue cerrada a la noche.
   Este nuevo ataque, contra las Madres en particular, y contra los impulsores de los Juicios a los genocidas de la última dictadura en general, demuestra cuán activos están, con sus métodos mafiosos al servicio de su fin: la impunidad.
   El secuestro del titular de la Casa de la Memoria en Zarate, Juan Puthod, la desaparición de Julio López y las continuas intimidaciones son ejemplos concretos que evidencian lo importante, urgente y necesario que resulta lograr ya el enjuiciamiento y la condena a estos “grupos de tareas”.

Otro símbolo
   La semana anterior al ataque en la sede de las Madres, (des)conocidos tocaron el timbre en la casa de Alejandra, la hija de Hebe que vive en La Plata, a las cuatro y media de la madrugada. Cuando se acercó a la puerta escuchó la frase que sólo pronuncian los nostálgicos: “Estamos volviendo”.
   Luego, los individuos recitaron una serie de insultos y gritaron además: “La primera que vamos a reventar es a tu vieja y después a vos”. Alejandra se quedó sentada en el piso de su casa y no llamó a su madre, que vive a la vuelta, para no obligarla a salir sabiendo que los tipos podían seguir ahí afuera.
   El robo del pañuelo no es la primera intimidación, vaya si no lo será, que reciben las Madres en su sede. Fueron varias. Una de las últimas, incluso, consistió en un llamado al sector de Prensa donde del otro lado de la línea se escuchaba una conversación del día anterior entre los mismos integrantes de ese Departamento.
   Solidarizarse con este nuevo ataque, con el mensaje que carga intrínseco, es un deber y una necesidad. No sólo es obvio que los (des)conocidos pertenecen, o reciben ordenes, de elementos activos que actuaron en la última dictadura cívico-militar sino que fue deliberada la intención para que así se notara.
    Fueron las Madres, Hebe a la cabeza, las que no enseñaron a practicar la solidaridad. Gracias a ellas, “la única lucha que se pierde es la que se abandona”.
   Y ese es un símbolo imposible de robar.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 17 de mayo de 2008)

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