sábado, 31 de mayo de 2008

Leporati lee Jaque al Rey


Aldo Leporati es el CEO de Porter Novelli, empresa de marketing y comunicación líder a nivel mundial, contratada por Botnia para persuadir a la sociedad que no contamina. Este hombre, que no escatima ningún medio para alcanzar su fin, le envío un correo a Jaque al Rey para refutar una nota publicada en el número 53  de nuestra revista virtual, donde se enumeraban algunas de sus prácticas. Sus argumentos, que ofenderían la razón de un niño de tres años, merecen ser confrontados con una enemiga de sus métodos: la verdad.

   Cuando alguien pretende, en la instancia que sea, cambiar la percepción que se tiene sobre un hecho determinado sólo tiene dos opciones válidas: argumentar sus razones y que éstas sean verosímiles. Si no, es muy posible que el propósito, tarde o temprano, fracase.
   Aldo Leporati lo sabe. El problema es que parecería no practicarlo. ¿Por qué? Porque le sería imposible apelar a la verdad para argumentar su postura.
   En su edición Nº 53, el pasado 18 de abril, Jaque al Rey publicó una nota –“¿Quién es Aldo Leporati?”- donde se enumeraban algunas de las operaciones de prensa que ideó este hombre, CEO de Porter Novelli, para intentar persuadir a la sociedad de que la contaminación de Botnia es, en realidad, un invento.
   Leporati, confirmando nuestra percepción del aumento de lectores de Jaque al Rey, escribió un mail a uno de los integrantes de nuestro colectivo periodístico, para intentar refutar los argumentos citados en la nota mencionada.
   El primer error del señor Leporati, considerable error tratándose de una persona que es ávida en el “manejo” de la información, fue confundir al autor del texto. “Leí sorprendido tu nota”, dice en el correo que envío a una integrante de Jaque. La persona que recibió el mail no fue la autora del texto aunque suscribe, como todos los miembros de este colectivo, hasta la última coma de lo que allí se dice.
   Por lo tanto, si se pretende refutar un texto, lo primero que debería hacerse es chequear quién lo escribió, para luego dirigirse a esa persona. Si no es posible, como en este caso, que se empiece desde el vamos con suposiciones erróneas.

El origen
El 16 de abril, Aldo Leporati fue panelista en las jornadas sobre “Medios de Comunicación, Ética y Responsabilidad Social" que organizó la Universidad de Belgrano. En su exposición de media hora sobre “La comunicación Institucional y las Relaciones con la Prensa” se dedicó a desprestigiar a los asambleístas entrerrianos con el objetivo de favorecer los negocios de Botnia. “¿Les podemos creer a algunos por el hecho de ser asambleístas?”, sostuvo Leporati en su intervención.
   Jaque al Rey pretendió hacerle algunas preguntas pero la Universidad de Belgrano aclaró previamente que sólo serían por vía escrita, lo que negaba toda posibilidad de repregunta y daba lugar a una fácil censura.
    Al imposibilitarnos el libre ejercicio periodístico, decidimos hacer una nota donde se enumeraron algunas de las operaciones de prensa frecuentes que se emplean para presentar a Botnia como una empresa que cuidaría el medio ambiente, y para desprestigiar a las voces que se oponen a su funcionamiento.
   Simultáneamente, y a raíz de un escrito que una asambleísta de Gualeguaychú e integrante de Jaque al Rey le hizo llegar al Director de la Universidad de Belgrano, éste decidió, como corresponde, otorgar a los asambleístas entrerrianos su derecho a réplica en el mismo ámbito en el que Leporati se había despachado a gusto y piacere para difamarlos.

Contamina la razón
   En un párrafo de la nota anterior se afirma que “la información que brinda Botnia jamás enumera las consecuencias que su funcionamiento generó en Finlandia y en los lugares donde funcionó, donde las consecuencias fueron devastadoras para todo lo que se considere un ser vivo”.
   Para refutar este fragmento, Leporati sostiene que no pudo encontrar información sobre las consecuencias que Botnia generó en Finlandia. Nos vemos en la obligación de hacerle saber que fue tal el impacto ambiental que la Comunidad Europea prohibió, en su territorio, la instalación de nuevas plantas de celulosa que no utilicen un proceso “totalmente libre de cloro” para blanquear la pulpa.
   Hace dos años el diario Clarín –cuyo jefe de editores, Ricardo Roa, sostuvo a asambleístas entrerrianos que el diario tenía “postura tomada en el conflicto”, obviamente en contra de ellos- viajó a Finlandia, junto a otros medios, invitado por la empresa. La crónica de ese viaje dice: “Ese olor que genera el azufre al quemarse se sintió ayer fuerte cerca de la planta de Rauma. Y eso generó la primera división en el grupo de periodistas argentinos que llegó hasta aquí invitado por Botnia: mientras a unos les recordó el olor de un huevo podrido, otros lo encontraron parecido al del coliflor hervido”.
   Lo que Clarín no dijo es que ese olor desagradable y molesto es, además, tóxico: se trata de sustancias orgánicas azufradas (azufre oxidado) que impactan sobre la salud, en particular incrementando el riesgo de infecciones respiratorias agudas, problemas de la vista y cefaleas, entre otros trastornos.
   Ricardo Carrere, integrante de la ONG Guayubira viajó en el 2005 a Finlandia sin ser invitado por la empresa sino por la Asociación Finlandesa para la Conservación de la Naturaleza. A la vuelta de su viaje, él sí pudo relatar con precisión la contaminación de Botnia en un país donde los controles son mucho más rigurosos que en Uruguay: “La gente del lugar todavía está furiosa con Botnia por algo que pasó en el verano de 2003. Para ellos el verano es sagrado porque dura menos de un mes, y justo cuando comenzaba hubo un accidente terrible en una de las plantas que contaminó todo y mató la pesca. Y la gente sigue furiosa. Entonces, si en la propia Finlandia, que se supone es la número uno en materia ambiental, pasó algo así, no hay que fantasear mucho para saber lo que va a suceder en Uruguay”, sostuvo.
     “Cuando los periodistas viajaron, la empresa, por ejemplo, hizo una visita a una playa cercana a la planta de celulosa donde había mucha gente bañándose, y presentó eso como prueba de que el agua no está contaminada. Pero cuando fui a hablar con la gente de la zona me enteré de que esa es la zona de baños y que los efluentes de la planta van en la dirección contraria. Frente a la fábrica, a unos 4 kilómetros de distancia, hay una isla que unieron colocando tierra con una carretera, lo que formó una represa que impide que las aguas se mezclen”, indicó Carrere.

Lo que trataron
   “La empresa esconde el Tratado Bilateral que firmaron Uruguay y Finlandia y que Botnia puso como condición para instalarse: ese acuerdo, que entre otras cosas impide la nacionalización y expropiación de la planta y reclama compensaciones por cualquier motivo que la empresa se considere perjudicada, es tan leonino que la palabra ‘salvaje’ no alcanza a definirlo”, dice otro fragmento de la nota publicada el 18 de abril por Jaque al Rey
   Aldo Leporati lee otra cosa: según él, el Tratado dice que “’se debe comunicar’, distinto a ‘tener que pedir autorización’”. Como le debe suceder a usted, nosotros tampoco entendimos qué quiso decir.
   El Tratado entre Uruguay y Finlandia fue sancionado previamente a la instalación de Botnia, como condición para garantizar la inversión. Es decir que para que Botnia se instale en tierra uruguaya existió una manifestación política y jurídica a nivel internacional en la que los Estados contratantes establecieron las pautas a seguir en cuanto a la “protección” y promoción de inversiones.
   Además acordaron qué órgano internacional dirimiría sus conflictos (el CIADI, el Tribunal del Banco Mundial) y se estableció la prohibición para expropiar y nacionalizar la empresa (salvo cuestiones de interés público). Por su parte habilitó a la empresa a reclamar compensaciones pecuniarias por cualquier motivo por el cual se sienta injuriada. (Art. 2, 5, 6, 9 y 14).
   El Tratado explica, en parte, la actitud del Gobierno uruguayo y demostraría que Finlandia es parte del conflicto. El mismo fue suscripto por los Estados el 21 de marzo de 2002, aprobado en sesiones de la Cámara de Representantes el 4 de mayo de 2004 y promulgado el 12 de mayo de 2004- Ley 17.759.
  
Porcentajes
   Según Leporati, “el 90% de los trabajadores de Botnia son uruguayos”. Aún si fuera cierta, esa explicación no da ninguna pauta sobre la cantidad de empleados. El 90% de un número que se desconoce, cuando lo que importa es la cantidad en términos absolutos y no el porcentaje, no tiene ninguna validez.
   Según una nota publicada por el diario uruguayo El País, que jamás podrá ser acusado de partidario de la Asamblea de Gualeguaychú, en Botnia trabajan sólo 300 operarios, de los cuales 180 son uruguayos, y apenas 33 de Fray Bentos, la ciudad que alberga a la empresa (aunque por tamaño correspondería decir que la empresa alberga la ciudad).
   180 trabajadores sobre 300 da un porcentaje de 60%, un 30% menos que lo que sostiene Leporati. Hicimos las cuentas varias veces, concientes de que él se maneja mejor con los números que nosotros, pero siempre llegamos al mismo resultado. Como, todavía, confiamos en las calculadoras no existe otra explicación pero sí un interrogante: ¿Leporati miente, está equivocado o mal informado?
   Botnia siempre manejó la cifra de 8000 empleos, incluso cuando mantuvo una entrevista  con el Presidente Tabaré Vázquez, quien al salir de la misma repitió públicamente la cifra. En la revista de Botnia “Espacio” se lee que la planta “proporcionará, en forma directa o indirecta, empleos a unas 8.000 personas”. Sin embargo, en su pico máximo de trabajo, dice el diario El País, “contrató a 5.300 obreros, de los cuales sólo 2.650 eran uruguayos” (el 50%).
   Mientras esta nota es escrita, Fray Bentos tiene a Botnia funcionando y también tiene, según el Instituto Nacional de Estadísticas de Uruguay, la desocupación más alta del país: como se aprecia, las promesas jamás se hicieron realidad. 14% de desocupación en Río Negro, Departamento cuya capital es Fray Bentos, es la cifra que refuta el mito de la pastera como generadora de prosperidad. De los 2.881 desempleados que el Departamento generó durante 2007 (últimos datos disponibles), 2.335 fueron de Fray Bentos. ¿Hace falta explicar por qué?
   Según consigna en su edición del 19 de abril el diario El País: En Fray Bentos los locales cierran, las ventas bajan y el movimiento cesa”. “La gente se hizo el bocho con la famosa prosperidad y no era tal", dice el párroco Sanchos en esa nota publicada en uno de los diarios más importante de Montevideo.

“El silencio es salud”
   La misma página web de la pastera afirma que el 70% de la producción fue exportada a Europa y el restante 30% a Asia. Las cifras son concluyentes: la empresa impone el monocultivo de eucaliptos, asesina ecosistemas, deja sin agua a miles de habitantes (consume más de 80 millones de litros de agua dulce diarios. Fuente: Instituto de Análisis Bioquímicos, INDADI), emite 86 kilos de compuestos clorados, 190 de azufre reducido, 924 de dióxido de azufre, 4.838.000 de gases de efecto invernadero, entre otras emisiones atmosféricas pero envía el 100% de su producción a otros continentes, con la complicidad del Estado uruguayo.
   La consultora canadiense Ecometrix, que realizó para el Banco Mundial (BM) un trabajo sobre la pastera y que se dio a conocer a principios de noviembre del año pasado, informó que la planta finlandesa utiliza 13 químicos peligrosos -la mayoría de los cuales son llevados a la fábrica por barco- y destacó que, en el largo plazo, generará 150 toneladas anuales de residuos tóxicos. Sin embargo, ni la empresa ni Leporati informaron nada al respecto.
    El 23 de noviembre del año pasado, seis estudiantes y una maestra de Fray Bentos fueron asistidos tras sentir náuseas causadas por emanaciones de la pastera. La empresa informó, en ese momento, que los olores "no generan ni generarán ningún impacto negativo en la salud". Los chicos no mienten. ¿La empresa?
   22 días después, el 15 de diciembre, Clarín sostuvo que “cuatro operarios debieron ser internados por irritación en los ojos y en las vías respiratorias. Ocurrió mientras trabajaban con químicos en la torre de purificación de agua de la papelera”. Ni Porter Novelli, ni Leporati, ni Botnia dijeron nada de nada: silencio de radio.
     Tres vecinas de Gualeguaychú que tomaban fotos de la planta sobre el Puente Internacional también tomaron aire y, según parece, ése fue el motivo por el cual empezaron a sentir mucha picazón en la piel y la garganta. El diagnóstico de la otorrinolaringóloga Ana Emilia Muñoz fue “dermatitis aguda producto de la inhalación de un ácido”. El caso fue denunciado a la Justicia como prueba de la contaminación de Botnia.
   Es entendible que Aldo Leporati tenga un trabajo cuyo objetivo le resulta imposible de lograr si apelara sólo a la verdad. Por eso es lógico que tenga buscar distintas artimañas para alcanzarlo, entre ellas forzar la realidad con argumentos tan poco convincentes que contaminan la razón.
   Como se aprecia, Leporati y Botnia chocan con el mismo problema: la verdad.
   La verdad, dice la canción de Joan Manuel Serrat, “nunca es triste”. “Lo que no tiene es remedio”.
   La contaminación tampoco.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 31 de mayo de 2008)

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