Aldo Leporati es el CEO de Porter
Novelli, empresa de marketing y comunicación líder a nivel mundial, contratada
por Botnia para persuadir a la sociedad que no contamina. Este hombre, que no
escatima ningún medio para alcanzar su fin, le envío un correo a Jaque al Rey
para refutar una nota publicada en el número 53 de nuestra revista virtual, donde se enumeraban
algunas de sus prácticas. Sus argumentos, que ofenderían la razón de un niño de
tres años, merecen ser confrontados con una enemiga de sus métodos: la verdad.
Cuando alguien
pretende, en la instancia que sea, cambiar la percepción que se tiene sobre un
hecho determinado sólo tiene dos opciones válidas: argumentar sus razones y que
éstas sean verosímiles. Si no, es muy posible que el propósito, tarde o
temprano, fracase.
Aldo Leporati lo
sabe. El problema es que parecería no practicarlo. ¿Por qué? Porque le sería
imposible apelar a la verdad para argumentar su postura.
En su edición Nº
53, el pasado 18 de abril, Jaque al Rey
publicó una nota –“¿Quién es Aldo
Leporati?”- donde se enumeraban algunas de las operaciones de prensa que
ideó este hombre, CEO de Porter Novelli, para intentar persuadir a la sociedad de
que la contaminación de Botnia es, en realidad, un invento.
Leporati,
confirmando nuestra percepción del aumento de lectores de Jaque al Rey, escribió un mail a uno de los integrantes de nuestro
colectivo periodístico, para intentar refutar los argumentos citados en la nota
mencionada.
El primer error
del señor Leporati, considerable error tratándose de una persona que es ávida
en el “manejo” de la información, fue confundir al autor del texto. “Leí
sorprendido tu nota”, dice en el correo que envío a una integrante de Jaque. La
persona que recibió el mail no fue la autora del texto aunque suscribe, como
todos los miembros de este colectivo, hasta la última coma de lo que allí se
dice.
Por lo tanto, si
se pretende refutar un texto, lo primero que debería hacerse es chequear quién
lo escribió, para luego dirigirse a esa persona. Si no es posible, como en este
caso, que se empiece desde el vamos con suposiciones erróneas.
El origen
El 16 de abril,
Aldo Leporati fue panelista en las jornadas sobre “Medios de Comunicación,
Ética y Responsabilidad Social" que organizó la Universidad de
Belgrano. En su exposición de media hora sobre “La comunicación Institucional y
las Relaciones con la Prensa ”
se dedicó a desprestigiar a los asambleístas entrerrianos con el objetivo de
favorecer los negocios de Botnia. “¿Les podemos creer a algunos por el hecho de
ser asambleístas?”, sostuvo Leporati en su intervención.
Jaque al Rey
pretendió hacerle algunas preguntas pero la Universidad de
Belgrano aclaró previamente que sólo serían por vía escrita, lo que negaba toda
posibilidad de repregunta y daba lugar a una fácil censura.
Al
imposibilitarnos el libre ejercicio periodístico, decidimos hacer una nota
donde se enumeraron algunas de las operaciones de prensa frecuentes que se
emplean para presentar a Botnia como una empresa que cuidaría el medio ambiente,
y para desprestigiar a las voces que se oponen a su funcionamiento.
Simultáneamente,
y a raíz de un escrito que una asambleísta de Gualeguaychú e integrante de Jaque al Rey le hizo llegar al Director
de la Universidad
de Belgrano, éste decidió, como corresponde, otorgar a los asambleístas
entrerrianos su derecho a réplica en el mismo ámbito en el que Leporati se
había despachado a gusto y piacere para difamarlos.
Contamina la
razón
En un párrafo de
la nota anterior se afirma que “la
información que brinda Botnia jamás enumera las consecuencias que su
funcionamiento generó en Finlandia y en los lugares donde funcionó, donde las
consecuencias fueron devastadoras para todo lo que se considere un ser vivo”.
Para refutar este
fragmento, Leporati sostiene que no pudo encontrar información sobre las
consecuencias que Botnia generó en Finlandia. Nos vemos en la obligación de
hacerle saber que fue tal el impacto ambiental que la Comunidad Europea
prohibió, en su territorio, la instalación de nuevas plantas de celulosa que no
utilicen un proceso “totalmente libre de cloro” para blanquear la pulpa.
Hace dos años el
diario Clarín –cuyo jefe de editores, Ricardo Roa, sostuvo a asambleístas
entrerrianos que el diario tenía “postura tomada en el conflicto”, obviamente
en contra de ellos- viajó a Finlandia, junto a otros medios, invitado por la
empresa. La crónica de ese viaje dice: “Ese
olor que genera el azufre al quemarse se sintió ayer fuerte cerca de la planta
de Rauma. Y eso generó la primera división en el grupo de periodistas
argentinos que llegó hasta aquí invitado por Botnia: mientras a unos les recordó el olor de un huevo podrido, otros lo
encontraron parecido al del coliflor hervido”.
Lo que Clarín no
dijo es que ese olor desagradable y molesto es, además, tóxico: se trata de sustancias
orgánicas azufradas (azufre oxidado) que impactan sobre la salud, en particular
incrementando el riesgo de infecciones respiratorias agudas, problemas de la
vista y cefaleas, entre otros trastornos.
Ricardo Carrere,
integrante de la ONG
Guayubira viajó en el 2005 a Finlandia sin ser invitado por la
empresa sino por la
Asociación Finlandesa para la Conservación de la Naturaleza. A
la vuelta de su viaje, él sí pudo relatar con precisión la contaminación de
Botnia en un país donde los controles son mucho más rigurosos que en Uruguay: “La gente del lugar todavía está furiosa
con Botnia por algo que pasó en el verano de 2003. Para ellos el verano es
sagrado porque dura menos de un mes, y justo cuando comenzaba hubo un accidente
terrible en una de las plantas que contaminó todo y mató la pesca. Y la gente
sigue furiosa. Entonces, si en la propia Finlandia, que se supone es la número
uno en materia ambiental, pasó algo así, no hay que fantasear mucho para saber
lo que va a suceder en Uruguay”, sostuvo.
“Cuando los
periodistas viajaron, la empresa, por ejemplo, hizo una visita a una playa
cercana a la planta de celulosa donde había mucha gente bañándose, y presentó
eso como prueba de que el agua no está contaminada. Pero cuando fui a hablar
con la gente de la zona me enteré de que esa es la zona de baños y que los
efluentes de la planta van en la dirección contraria. Frente a la fábrica, a unos 4 kilómetros de
distancia, hay una isla que unieron colocando tierra con una carretera, lo que
formó una represa que impide que las aguas se mezclen”, indicó Carrere.
Lo que trataron
“La empresa esconde el Tratado Bilateral que
firmaron Uruguay y Finlandia y que Botnia puso como condición para instalarse:
ese acuerdo, que entre otras cosas impide la nacionalización y expropiación de
la planta y reclama compensaciones por cualquier motivo que la empresa se
considere perjudicada, es tan leonino que la palabra ‘salvaje’ no alcanza a
definirlo”, dice otro fragmento de la nota publicada el 18 de abril por Jaque al Rey
Aldo Leporati
lee otra cosa: según él, el Tratado dice que “’se debe comunicar’, distinto a ‘tener
que pedir autorización’”. Como le debe suceder a usted, nosotros tampoco
entendimos qué quiso decir.
El Tratado entre
Uruguay y Finlandia fue sancionado previamente a la instalación de Botnia, como
condición para garantizar la inversión. Es decir que para que Botnia se instale
en tierra uruguaya existió una manifestación política y jurídica a nivel
internacional en la que los Estados contratantes establecieron las pautas a
seguir en cuanto a la “protección” y promoción de inversiones.
Además acordaron
qué órgano internacional dirimiría sus conflictos (el CIADI, el Tribunal del
Banco Mundial) y se estableció la prohibición para expropiar y nacionalizar la
empresa (salvo cuestiones de interés público). Por su parte habilitó a la
empresa a reclamar compensaciones pecuniarias por cualquier motivo por el cual
se sienta injuriada. (Art. 2, 5, 6, 9 y 14).
El Tratado
explica, en parte, la actitud del Gobierno uruguayo y demostraría que Finlandia
es parte del conflicto. El mismo fue suscripto por los Estados el 21 de marzo
de 2002, aprobado en sesiones de la
Cámara de Representantes el 4 de mayo de 2004 y promulgado el
12 de mayo de 2004- Ley 17.759.
Porcentajes
Según Leporati, “el
90% de los trabajadores de Botnia son uruguayos”. Aún si fuera cierta, esa
explicación no da ninguna pauta sobre la cantidad de empleados. El 90% de un
número que se desconoce, cuando lo que importa es la cantidad en términos
absolutos y no el porcentaje, no tiene ninguna validez.
Según una nota
publicada por el diario uruguayo El País, que jamás podrá ser acusado de
partidario de la Asamblea
de Gualeguaychú, en Botnia trabajan sólo 300 operarios, de los cuales 180 son
uruguayos, y apenas 33 de Fray Bentos, la ciudad que alberga a la empresa (aunque
por tamaño correspondería decir que la empresa alberga la ciudad).
180 trabajadores
sobre 300 da un porcentaje de 60%, un 30% menos que lo que sostiene Leporati.
Hicimos las cuentas varias veces, concientes de que él se maneja mejor con los
números que nosotros, pero siempre llegamos al mismo resultado. Como, todavía,
confiamos en las calculadoras no existe otra explicación pero sí un
interrogante: ¿Leporati miente, está equivocado o mal informado?
Botnia siempre
manejó la cifra de 8000 empleos, incluso cuando mantuvo una entrevista con el Presidente Tabaré Vázquez, quien al
salir de la misma repitió públicamente la cifra. En la revista de Botnia
“Espacio” se lee que la planta “proporcionará, en forma directa o indirecta,
empleos a unas 8.000 personas”. Sin embargo, en su pico máximo de trabajo, dice
el diario El País, “contrató a 5.300 obreros, de los cuales sólo 2.650 eran
uruguayos” (el 50%).
Mientras esta
nota es escrita, Fray Bentos tiene a Botnia funcionando y también tiene, según
el Instituto Nacional de Estadísticas de Uruguay, la desocupación más alta del
país: como se aprecia, las promesas jamás se hicieron realidad. 14% de
desocupación en Río Negro, Departamento cuya capital es Fray Bentos, es la
cifra que refuta el mito de la pastera como generadora de prosperidad. De los
2.881 desempleados que el Departamento generó durante 2007 (últimos datos disponibles),
2.335 fueron de Fray Bentos. ¿Hace falta explicar por qué?
Según consigna
en su edición del 19 de abril el diario El País: “En Fray Bentos los locales
cierran, las ventas bajan y el movimiento cesa”. “La gente se
hizo el bocho con la famosa prosperidad y no era tal", dice el párroco
Sanchos en esa nota publicada en uno de los diarios más importante de
Montevideo.
“El silencio es
salud”
La misma página
web de la pastera afirma que el 70% de la producción fue exportada a Europa y
el restante 30% a Asia. Las cifras son concluyentes: la empresa impone el
monocultivo de eucaliptos, asesina ecosistemas, deja sin agua a miles de
habitantes (consume más de 80 millones de litros de agua dulce diarios. Fuente:
Instituto de Análisis Bioquímicos, INDADI), emite 86 kilos de compuestos
clorados, 190 de azufre reducido, 924 de dióxido de azufre, 4.838.000 de gases
de efecto invernadero, entre otras emisiones atmosféricas pero envía el 100% de
su producción a otros continentes, con la complicidad del Estado uruguayo.
La consultora
canadiense Ecometrix, que realizó para el Banco Mundial (BM) un trabajo sobre
la pastera y que se dio a conocer a principios de noviembre del año pasado,
informó que la planta finlandesa utiliza 13 químicos peligrosos -la mayoría de
los cuales son llevados a la fábrica por barco- y destacó que, en el largo
plazo, generará 150 toneladas anuales de residuos tóxicos. Sin embargo, ni la
empresa ni Leporati informaron nada al respecto.
El 23
de noviembre del año pasado, seis estudiantes y una maestra de Fray Bentos
fueron asistidos tras sentir náuseas causadas por emanaciones de la pastera. La
empresa informó, en ese momento, que los olores "no generan ni generarán
ningún impacto negativo en la salud". Los chicos no mienten. ¿La empresa?
22 días después, el 15 de diciembre, Clarín
sostuvo que “cuatro operarios debieron ser internados por irritación en los
ojos y en las vías respiratorias. Ocurrió mientras trabajaban con químicos en
la torre de purificación de agua de la papelera”. Ni Porter Novelli, ni
Leporati, ni Botnia dijeron nada de nada: silencio de radio.
Tres vecinas de Gualeguaychú que
tomaban fotos de la planta sobre el Puente Internacional también tomaron aire
y, según parece, ése fue el motivo por el cual empezaron a sentir mucha picazón
en la piel y la garganta. El diagnóstico de la otorrinolaringóloga Ana Emilia
Muñoz fue “dermatitis aguda producto de la inhalación de un ácido”. El caso fue
denunciado a la Justicia
como prueba de la contaminación de Botnia.
Es entendible que Aldo Leporati tenga un
trabajo cuyo objetivo le resulta imposible de lograr si apelara sólo a la
verdad. Por eso es lógico que tenga buscar distintas artimañas para alcanzarlo,
entre ellas forzar la realidad con argumentos tan poco convincentes que
contaminan la razón.
Como se aprecia, Leporati y Botnia chocan
con el mismo problema: la verdad.
La verdad, dice la canción de Joan Manuel
Serrat, “nunca es triste”. “Lo que no tiene es remedio”.
La contaminación tampoco.
(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 31 de mayo de 2008)
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