jueves, 3 de abril de 2008

El olvido es tan verdugo como la muerte


Este viernes 4 de abril se cumple un año del asesinato del docente Carlos Fuentealba, en Neuquén. El ex gobernador Jorge Sobisch, autor intelectual del crimen, goza de absoluta impunidad. Sólo hay un imputado, el autor material, el policía Poblete que irá a juicio oral el 4 de junio. Mientras tanto, buena parte de la sociedad que se estremeció con el crimen de Fuentealba es ahora totalmente indiferente a la impunidad reinante.

Por Luis Zarranz
   Hace un año las armas y los disparos apuntaron contra la Educación pública. Contra los docentes. Contra los encargados de enseñar. Y la mataron. Lo mataron. Carlos Fuentealba fue asesinado por las balas policiales. Por los cobardes de siempre.
   Desde entonces, poco ha cambiado. La impunidad goza de absoluta impunidad. Entonces las palabras pierden sentido, se desencuentran con los hechos para ser atrapadas por una gigantesca tela de araña que las envuelve y las asfixia.
   No hay mucho por decir.  Verdad de Perogrullo: las balas matan. Pero resulta que también mata la indiferencia social, la impunidad, el olvido, el “no pasa nada”, el “todo pasa”, el encubrimiento.
   “Somos los maestros de sus hijos”, gritó aquel día, desesperada, una docente frente a esos señores vestidos de muerte. Una vez más, no escucharon.
   La policía neuquina reprimió brutalmente con palos, gases lacrimógenos y balas de goma a un grupo de 300 docentes que cortaban la ruta nacional 22, en la localidad de Arroyito, Neuquén.
   La respuesta del entonces gobernador Jorge Sobisch a la protesta de los maestros, quienes reclamaban desde hacía más de un mes un aumento salarial, fueron las balas y el asesinato de Carlos Alberto Fuentealba. (Además otros veinte manifestantes padecieron diferentes heridas).
   Una vez más, como Teresa Rodríguez diez años atrás, en la misma ruta.
   Una vez más, la Policía asesinando a un inocente.
   Sobisch sostuvo luego que él impartió la orden para que liberasen la ruta porque afectaba a muchos turistas que se dirigían a los centros vacacionales aquella Semana Santa.
   Fuentealba se encontraba dentro de un auto, dispuesto a huir de la caza de maestros que implementaba la Policía. El proyectil, un gas lacrimógeno, le impactó por atrás luego de atravesar la luneta del auto y le estalló en la cara. Fue tan corta la distancia de disparo, que le produjo la fractura y hundimiento de cráneo.
   El asesino, luego, huyó. Impune y cobardemente.
   Carlos Fuentealba era maestro de escuela en Cuenca XV. Docente de Química en uno de los barrios más pobres de la ciudad de Neuquén, tenía dos hijos, de diez y catorce años, y una compañera que fue -es- todo ovario. Fuentealba era delegado gremial y venía luchando, junto a sus compañeros, por un justo aumento salarial en una provincia rica que distribuye poco todo lo que recauda.

   Para el Gobernador era más importante que aquella Semana Santa la ruta que cortaban los maestros estuviera despejada para no molestar a los turistas que aportar soluciones a los docentes. Esa fue su idea “maestra”: no, no aumentó los sueldos: mandó a reprimir. A mansalva. Cueste lo que cueste.
   Y costó la vida de Fuentealba, y lo mataron a él y a buena parte de la Educación. El mensaje fue claro. Ya sabemos para qué lado apuntan sus armas.
   A un año sigue la impunidad. La asquerosa, vomitiva y asqueante impunidad.
   El autor intelectual del asesinato, Sobisch, luego fue candidato a Presidente y 284.161 personas consideraron que él era la mejor opción. Quedó 6º, en el peor de sus escenarios posibles.
   El autor material y único imputado en la causa judicial, el oficial Darío Poblete, irá a juicio el 4 de junio en la Cámara en lo Criminal Primera de Neuquén. Para la Justicia el único responsable del asesinato de Fuentealba es Poblete. Nada de nada sobre los que dieron las órdenes, sobre los demás que dispararon. Nada.
   Mañana habrá una “Jornada Nacional de Lucha contra la Impunidad”. Según anticiparon los organizadores, la Jornada consistirá en suspender el desarrollo de las actividades curriculares habituales y realizar clases alusivas en la escuela, clases públicas en las calles y plazas de todo el país, radios abiertas, recolección de firmas a través de un petitorio para exigir el juicio y castigo a los responsables del crimen y actividades artísticas, entre otras. Ese día habrá un acto central en Neuquén y otros en el resto del país. No habrá paro nacional docente porque CTERA, gremio nacional aliado al Gobierno, no aceptó el pedido de los docentes de la provincia de Neuquén.
   A un año sigue siendo poco lo que podamos decir. Pero es mucho lo que tenemos por hacer. No hay tiempo que perder, sobre todo después de haber aprendido la lección: o somos dignos defensores de la memoria y la lucha de Fuentealba o nos mereceremos un aplazo.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", jueves 3 de abril de 2008)

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