lunes, 7 de mayo de 2007

El abrazo más sentido del mundo


Por si hacía falta una muestra más, 130.000 personas marcharon para abrazar al Río Uruguay y decirle “No a las Papeleras” y al modelo de desarrollo que aniquila la naturaleza y al hombre. Un abrazo sobre el Puente Internacional San Martín sintetizó la conciencia de un pueblo entero.

Por Luis Zarranz
   Conmueve hasta la emoción ver a un pueblo entero marchar por el objetivo que se han impuesto. Impacta. Cala hondo observar a las familias, los gurises, los más grandecitos, los adultos, los abuelos, caminar para darle un abrazo simbólico al Río que les da vida y que está gravemente amenazado por una empresa finlandesa que se levanta frente a sus orillas.
   Jaque al Rey fue testigo de una de las más multitudinarias manifestaciones que tenga registro la provincia de Entre Ríos y una de las más gigantescas de todo el país. 130.000 personas diciéndole “No a Botnia”, el monstruo que se erige en la más absoluta de las impunidades, y no a un modelo que implica la destrucción del planeta.
   Desde la mañana temprano, el corte sobre la ruta 136, en Arroyo Verde, fue levantado por primera vez desde el 20 de noviembre pasado, para permitir el paso de los autos que se dirigían hacía la movilización.
   A diferencia de los dos años anteriores dónde se había organizado caravanas; en esta oportunidad se decidió que los autos sólo tuvieran acceso hasta el Puesto de Frontera y desde allí se marchara a pie hasta el Puente Internacional San Martín.
   La Asamblea Ambiental de Gualeguaychú dio una muestra más del impresionante poder de organización que alcanzó. No hubo detalle librado al azar. En cada uno de los puestos en que se dividieron los seis kilómetros de movilización se repartieron –gratis–botellas de agua; la seguridad fue perfecta, la limpieza impecable –la consigna era que cada uno se hiciera cargo de lo residuos que generaba y para eso se repartían bolsas–, los baños químicos estuvieron bien instalados y el sonido amplificado a lo largo de todo el trayecto resultó eficaz para informar, para levantar consignas y para que todos supieran qué pasaba más adelante o más atrás.
   Gente de Brandsen, de Colón, de Catamarca, de Esquel, del Riachuelo, de Uruguay, de Finlandia, de Buenos Aires: todos se hicieron presentes para unirse en el reclamo a la gente de Gualeguaychú, para abrazar a un río que además significa recuerdos, anécdotas, momentos compartidos.
   Ahí estaban miles de personas para dar muestra -una vez más- que la política está en otra parte, lejos de los grandes discursos, de los candidatos rutilantes. La política, la verdadera, la única posible de cambiar la realidad, está en la gente que cada vez acepta menos todo tipo de intermediaciones y sale a la calle a unirse a sus semejantes.

   Las horas pasaban y cada vez se hacía más incesante el tránsito de la muchedumbre que iba y venía con el convencimiento de que es posible, necesario y justo marchar detrás de un sueño. Que “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
   Por ahí andaba la gente Brandsen en reclamo por la instalación de un basurero frente a sus narices, los habitantes de Esquel y Catamarca, en lucha contra las minas contaminantes del aire y el suelo. Los vecinos de la Cuenca del Matanza-Riachuelo, hartos de (sobre)vivir frente a un basurero a cielo abierto.
   Todos ellos estaban y marcharon junto a cientos de entrerrianos. María Elena, miembro de la Asamblea y lúcida como siempre, sostenía: “Esto es increíble”. Nicolás, identificado como “Guía” en el sector Prensa, afirmaba: “Hay embotellamiento en Arroyo Verde, todavía queda mucha gente por llegar”.
   Desde el Corsódromo, 50 colectivos partían repletos de gualeguaychenses que querían ser parte de semejante expresión popular.
   La cabecera de la marcha, ya pasadas las 14, era un hervidero de gente que esperaba la llegada de los que venían atrás, inventando uno y mil trucos capaces de distraer el calor.  El sol no había querido estar ausente y su presencia permitía que el agua del río brillase, chispoteara feliz, loca de contenta por tanto abrazo, tanto cariño.
   A las 14:25, Jaque al Rey llevaba ya cinco horas de cobertura y movilización cuando logró ubicarse delante de toda la columna, en el sector dedicado para la Prensa a la espera de la lectura del documento. La movilización más grande de la que se tenga registro en muchísimos años estaba haciendo historia.
   En ese instante, Jaque al Rey divisó a unos metros de distancia a Edgardo, uno de los asambleístas con quien habíamos compartido charlas, reflexiones e impresiones en los dos viajes anteriores a Arroyo Verde, y que ahora estaba encargado de la seguridad en la cabecera de la movilización.
   Intentamos acercarnos a él, tarea para nada sencilla puesto que había decenas de personas sentadas reponiendo fuerzas luego de caminar varios kilómetros. Una vez que fue posible y que nuestras miradas se cruzaron, el abrazo fue espontáneo: un acto reflejo.
   Uno imaginaba un abrazo fuerte, sentido, emocionado, “gracias”, “de nada, cómo no íbamos a estar”, “Qué impresionante la cantidad de gente”.
   Quién esto escribe jamás vivió abrazo semejante: tan sentido, tan afectuosamente fuerte. La fuerza de un río se podía sentir en ese acto de agradecimiento mutuo. Un abrazo con la misma fuerza con la que se sostiene el Corte y la lucha.
   Edgardo no pudo contener la emoción acumulada desde las siete de la mañana cuando llegó para ocuparse de su función. Un llanto conmovedor, surgido de las propias entrañas, húmedo, inocente, espontáneo. Un llanto y un abrazo sólo capaz de surgir frente a un sueño que se sabe posible frente al apoyo de tanta gente.
   En ese instante, en ese preciso momento, nos sentimos río. Un río risueño que toca la orilla perfecta y que encuentra en ella el desahogo. No alcanzan las palabras para describir ese momento en el que un hombre libera todas sus resistencias y le da rienda suelta a sus emociones. Habíamos ido a abrazar al río y arriba del puente nos dimos cuenta que abrazar al río era abrazar a Gualeguaychú, un pueblo que tiene la osadía, en un mundo repleto de mediocres, de decidir su propio destino.
   El abrazo con Edgardo sintetiza el abrazo que fuimos a dar y a cubrir. Un abrazo de gol, del más lindo de todos, en el que participa todo el equipo.
   Que pataleen todos los intelectuales y los semiólogos del mundo. Pero gestos como éstos, sí: valen más que mil palabras.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 7 de mayo de 2007)

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