Por
más espectaculares que sean los secuestros y asesinatos de cada día, la
inseguridad ambiental se cobra muchas más vidas que la violencia
callejera * Cualquier río es fuente de vida, pero el Riachuelo induce silenciosamente
el doble de fallecimientos en los niños que viven en la Cuenca. * Lo único que
goza de buena salud es la impunidad, hasta que digamos “basta”.
Por Luis Zarranz
La pequeña embarcación, con capacidad para no más de diez
individuos, surcaba las aguas, lenta y mansamente. Sobraba lugar, puesto que
sólo viajábamos cinco personas incluyendo a Flavio, el encargado de darle
impulso y dirección al bote. El oleaje era nulo debido a que no había viento;
tan sólo una leve brisa primaveral.
Era
un domingo gris como tanto otros y el reloj marcaba las doce del mediodía. La
lluvia, largamente anunciada por los pronosticadores de turno, comenzaba, poco
a poco, a hacerse presente.
Ninguno
hablaba. Todos permanecíamos en silencio, contemplando los alrededores. El impacto
visual calaba tan hondo que enmudecía. Si el resto sentía lo mismo o estaban
mudos por otras razones era un misterio.
Quizás
no tenían qué decir o el asombro le había dejado su asiento a la cotidianidad.
Después de todo nadie se asombra frente a lo común y rutinario. Uno nunca sabe.
A lo mejor nadie hablaba porque ninguno se conocía entre sí.
No estábamos
paseando por la bella y melancólica Venecia.
No.
Simplemente cruzábamos desde la Boca hacia Avellaneda por
el Riachuelo, el “río” más contaminado de América Latina, la región de los ríos
más podridos del mundo.
Buenos Aires
Flavio,
el remero, es parco, de ínfimas palabras. Para intentar cruzar algunas con él
repetimos la travesía varias veces. En total atravesamos el Riachuelo en cuatro
oportunidades, dos de Capital hacia Provincia y dos en sentido inverso. De
orilla a orilla hay cien metros, con suerte, que se traducen en casi dos
minutos de viaje.
Flavio
cuenta que incontables veces por día, todos los días, navega de lado a lado, y
hace cruzar a cientos de personas. Dice que ya perdió la cuenta de la cantidad
de traslados que hace cada jornada pero que está todo el tiempo, yendo y
viniendo hasta que, finalmente, viene la noche. Cada viaje, cada cruce, vale 60
centavos.
El aire
huele a podrido, nauseabundo. También huele a desilusión, a cansancio, a
hartazgo. A todo eso huele este aire que expiden las aguas contaminadas del
Riachuelo que fue promesa de transparencia en 1.000 días, pero que cada 24
horas recibe 125.000 metros cúbicos de efluentes industriales a través de
conductos cloacales y pluviales y 375.000 metros cúbicos de aguas servidas.
Todo eso al cabo de un día. Los 365 que tiene el año.
El aire
huele también, asquerosamente, a impunidad.
Detrás, está la
gente
Los
pasajeros que transporta Flavio son, en su mayoría, vecinos que viven a ambas
orillas del Riachuelo. Gente de escasos y escasísimos recursos que sufren los
efectos que provoca la alta contaminación del Riachuelo. Seres y humanos que
viven en carne propia el modelo de desarrollo capitalista que invita a producir
a gran escala, maximizando los beneficios, reduciendo los costos y dejando un
tendal de excluidos. En la cuenca del Riachuelo, como en otros tantísimos
lugares, esa lógica implica eliminar los desechos de lo que producen, (es decir
lo que no pueden comercializar), directamente a ese curso de agua.
El
progreso: el puente sin río, el mar sin playa, el río sin agua.
Todo,
con la absoluta complicidad de los gobiernos de turno y de un Estado ausente,
que no solo no vela por los derechos de los más postergados sino que apoya si
pie en ellos para reproducir la lógica de un sistema perverso y asesino.
En movimiento
Sin
embargo, como los asambleístas de Gualeguaychú que siguen dando ejemplo de
compromiso, participación y democracia, aquí también hay varios que se
movilizan y levantan las banderas para defender el derecho universal de un
ambiente sano. Gracias a ellos el aire tiene un aroma a esperanza que contagia.
Alfredo Alberti
es el presidente de la Asociación de Vecinos de la Boca, que desde hace diez
años viene trabajando distintas problemáticas del barrio. “Desde hace cinco
años estamos focalizados diariamente al
tema del Riachuelo porque su contaminación es el problema más grave del
barrio”, sostiene.
“Pusimos las
narices pensando que después de los fatídicos 1.000 días de Maria Julia se
podía encontrar algo que se esté haciendo, algún efecto residual. Nos hemos
encontrado con un panorama inverso”, cuestiona al borde de la indignación.
-¿Por
donde empezaron, entonces?
-En el primer
sitio donde pudimos anidar fue en la Defensoría de la Ciudad. Nos costó entrar
pero lo logramos. El defensor en ese entonces era Antonio Brailovsky. Después lo hicimos en la Defensoría de
la Nación, a cargo de Eduardo Mondino. Logramos que trabajaran en línea y el
primer dictamen lo hicieron juntos. Este año salió el segundo dictamen de
Defensoría de la Nación y logramos el primero de la Auditoria General. Luego de
dos años y medio de laburo, hemos logrado también que la Corte Suprema haya
tomado este tema, lo cual fue un espaldarazo total y absoluto. Además la
movilización de Gualeguaychú nos está enseñando porque se logró instalar el
tema ambiental en los primeros planos. Así que la estamos peleando y la estamos
peleando a una altura máxima, pero estamos teniendo problemas de altura. Nos
estamos apunando.
La alegoría empleada por Alberti tiene relación a que el
“tema Riachuelo”, luego del trabajo de varias organizaciones, está en manos de
altos funcionarios del Gobierno. “No tenemos la capacidad, todavía, de
monitorear, de controlar lo que hacen y lo que no hacen”, dirá posteriormente.
Luego: “Eso se revierte con capacidad de movilización y de organización”.
-Usted hablaba de las acciones
institucionales que llevaron adelante, ¿qué están haciendo por fuera de ese
marco?
-Estamos
permanentemente tratando de trabajar en red, de vincularnos. Hemos desarrollado
un proyecto que se llama “1.000 banderas por el Riachuelo”. Vamos a los
colegios y ofrecemos una charla previa, pasamos un video sobre la Cuenca Matanza-
Riachuelo, después seguimos con otra charla y les preguntamos a los alumnos que
quisieran hacer para ese cambio. Luego le dejamos como tarea, previamente
consensuada con los docentes, hacer estas banderas. La intención es mostrarlas
en el hall de las escuelas para que los padres vean lo que trabajaron sus
chicos. El objetivo es llegar a mil o más banderas, exhibirlas en las plazas
más representativas de la Ciudad y la Provincia y poder decir “esto es trabajo
de todos, testimonios de la sociedad”. Es una idea superadora a la recolección
de firmas. Nosotros le proveemos las telas y la pintura. La consigna para que
los chicos trabajen es “Riachuelo, fuente de vida y de trabajo”; que es lo
opuesto a lo que ocurre actualmente. O sea, estamos trabajando en varios
frentes. Queremos dar con más gente para tener una movilización genuina. Además
no descartamos hacer una presentación internacional si llegáramos a seguir
sumidos en esta perdida del derecho a la vida, a la salud, con estos crímenes
de lesa humanidad.
-¿Cuáles son los principales
perjuicios que genera la contaminación de la Cuenca Matanza-Riachuelo?
-No hay nada
que se salve. La contaminación es por tierra, agua y aire. Quines viven a la
vera de este basural a cielo abierto están contaminados por el aire que
respiran porque el Riachuelo despide gases tóxicos y las chimeneas de las
fábricas también. Mucha gente arma huertas para proveerse su alimento porque no
tienen qué comer. Imaginate lo que es tener una huerta a metros del Riachuelo.
Las napas están híper contaminadas. La cadena alimentaria se traslada a todo.
Además no hay cloacas, no hay agua potable, no tienen recolección de residuos.
Con este cuadro de situación, las patologías van de las más severas, como
cuestiones genéticas y cáncer, hasta las más leves como una diarrea. La mamá lo
hidrata con agua no sana, producto de la contaminación, y entonces una simple
diarrea puede ser causa de muerte. La zona no esta urbanizada, no hay calles.
No pueden salir rápidamente, no hay ambulancias. La gente tira la basura al río
no porque sea mala sino porque es la única forma de deshacerse de la basura.
Después el Gobierno pone flotadores para que no llegue a verse en lugares
turísticos como Caminito. Pero en Barracas el “río” parece pavimentado con
basura. En definitiva, existe un circulo vicioso de la miseria, a veinte 20
cuadras de la Casa de Gobierno.
Alfredo se
zambulle en un dialogo que se extiende, que se ramifica, que hace surcos como
si fuera un río. Sostiene que operan distintos mecanismos para que los más
afectados sean los que menos se movilizan.
Las más
perjudicadas son las 35.000 personas que viven en la espalda de Barracas, Villa
Soldati y Lugano. “Ahí se vive en la indigencia más absoluta. Viven peor de
cómo puede vivir cualquier mascota. Están viviendo infrahumanamente, con
problemas de salud gigantes”, resume Alberti.
La
indignación cala hondo. “Gran parte de la clase media tampoco se moviliza.
Muchos están en otra: ‘Yo hago la mía, basta de promesas’”.
Sin embargo, dice Alberti, la mayor esperanza está en la
sociedad, en que cada uno se comprometa, en que participemos. “¿Cómo vamos a
ganar? Necesitamos que sea la sociedad la que exija. Es la gente la que está
subsidiando con su salud el bajo costo de las empresas. Es una batalla que hay
que dar a todo nivel porque si no, nos siguen mintiendo, estafando, robando,
enfermando.
Mientras los
funcionarios prometen, cajonean y se llenan la boca de mentiras, Flavio y su
barquito siguen transportando pasajeros en un viaje hacia la nada.
Recuadro
-La Cuenca
Matanza Riachuelo está formada por el río, sus afluentes y su área territorial
de influencia. Es un territorio con una longitud de 80 Km. y un ancho de 35 Km.
Sus aguas terminan en el Río desde la Plata, en la llamada Boca del Riachuelo.
-La población de la Cuenca es de 4.884.823 personas: el 13,5% de la
Argentina. El 64% se concentra en Buenos Aires y en los partidos de Almirante
Brown, Avellaneda, La Matanza, Lanús y Lomas de Zamora. Medio millón de estas
personas viven en villas de emergencia, 13 de las cuales se ubican en el curso
inferior del Riachuelo.
-El
55% de la población de la cuenca carece de cloacas y el 35% no tiene agua
potable.
-Se
calcula que unas 100 empresas son las responsables del 83% de la contaminación
del agua de origen industrial. Sólo el 3% de las 3.200
empresas que operan en los márgenes del Riachuelo tiene algún tipo de control
de residuos.
-Sus “aguas”
producen burbujas de gases venenosos. Alberga 8.500 toneladas de
hierro-chatarra, 67 barcos inactivos y abandonados, 17 cascos hundidos y
4.000.000 de metros cúbicos de barro contaminado con desperdicios orgánicos e
inorgánicos volcados por industrias y desagües cloacales.
-Produce
daños neurológicos, renales, gastroenterológicos, neumonológicos,
oftalmológicos, dermatológicos, cáncer, malformaciones, entre otras
enfermedades.
-Es el
bolsón de pobreza más extendido del país. La muerte lenta y silenciosa de los
casi 5.000.000 de ciudadanos de la Cuenca, parece importarle a pocos.-
-Las
concentraciones de Zinc, plomo y cromo son superiores en 50 veces a los niveles
máximos permitidos.
-La
absorción del plomo tiende a aumentar cuando hay ausencia de calcio, hierro y
potasio. Los niños con las mínimas concentraciones de plomo en la sangre ya
pueden presentar síntomas como: vómitos, marcha descordinada, alteraciones del
conocimiento y finalmente convulsiones.
-En los
hospitales hacen lo que pueden. No hay historias clínicas. Quien llega con un
problema de piel, recibe una crema pero no queda asentado donde vive ni bajo
que condiciones. No se puede hacer, entonces, un estudio serio. Los vecinos de
la Boca piden, junto con el Defensor del Pueblo, un estudio epidemiológico para
saber cuántas personas están infectadas o enfermas de tal o cual cosa. Si uno
se internaliza en esos lugares las huellas de la guerra están a flor de piel.
-7 millones
de personas mueren cada año en el mundo por enfermedades causadas por las aguas
contaminadas.
-Los
fenómenos ambientales no respetan fronteras ni privacidades. Los mismos generan
enfermedades, quitan expectativa de vida e incluso penetran en hogares que
pueden estar a miles de kilómetros del hecho puntual que lo origina. Algunos
podrán consumir agua mineral, pero no podrán ir por la vida con un tubo de
oxígeno en sus espaldas, ni comprar frutas, verduras y pescados con certificado
de domicilio.
(Publicada en la revista "Mate Amargo", diciembre 2006)
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