sábado, 21 de agosto de 2004

Perfil

Supe que quería ser periodista mientras transcurría la infancia, esa etapa en la que cualquier decisión –incluso las que parecen pertenecer al campo de la adultez–no deja de ser un juego. Los años convierten a la diversión en algo que se cuela, sólo a veces, en la rutina.
Mi primera nota publicada en un medio de comunicación fue en un cuaderno de tapa blanda que pasaba de mano en mano entre los integrantes de mi familia: un inocente comentario deportivo sobre un partido de River. Tenía nueve años. Todo lo que vino después fue producto de ese impulso inicial. Desde entonces, los almanaques cambiaron de año, de década, incluso de siglo.
En ese devenir, me recibí de periodista y de Licenciado en Comunicación y asistí a diversos talleres de narrativa a cargo de Daniel Riera, Claudia Acuña, Sergio Ciancaglini y Josefina Licitra.
Durante más de cinco años integré el equipo de prensa de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. No me fue fácil incorporar a lo cotidiano –conversar sobre un programa de tv, festejar mis cumpleaños con ellas, compartir un mate– a estas mujeres del pañuelo blanco que en mi adolescencia más o menos rebelde ubiqué en un altar.
En 2007 comencé a escribir en el periódico MU, que edita la cooperativa lavaca, y en la revista Al Margen (de Bariloche), que venden personas en situación de calle. En esos medios publico mis notas mes a mes. Además, he publicado en los diarios Tiempo Argentino y Miradas al Sur, en las revistas Sueños Compartidos, ¡Ni un paso atrás! y Hecho en Buenos Aires y fui parte de diversos medios autogestivos.
En los últimos diez años he dictado clases, talleres y seminarios de crónica y redacción periodística en el Círculo de la Prensa, en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, en la Cátedra Autónoma de Comunicación Social, en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), entre otros espacios. En la actualidad, soy director de la carrera de Comunicación del Instituto Nacional de Derechos Humanos Madres de Plaza de Mayo.
En 2007 realicé la investigación para el libro “Sin Patrón. Guía sobre las empresas recuperadas en Argentina” (Lavaca Editora). El trabajo me permitió conocer de cerca múltiples experiencias autogestivas, cocidas al calor de la crisis de 2002. En 2012 escribí, con Gonzalo Seoane, “Las Madres en la tierra de Néstor. Crónica de un viaje histórico” (Ediciones Madres de Plaza de Mayo), que narra el viaje que la Asociación hizo a Santa Cruz para visitar los sitios donde comenzó su carrera política el ex presidente Kirchner. Recientemente acabo de terminar la investigación para un libro que, espero, pronto verá la luz, referido a los grupos de teatro comunitario del país.
No veo mérito en quienes dicen no haber cambiado nunca. Yo no fui el mismo después de: ver el mar, el primer beso, el primer sexo, de leer a Walsh y a Saer, de “Las venas abiertas de América Latina”, de mirar “El Padrino” por primera vez, de verla por decimoséptima vez, de viajar a Cuba, del amor, del desamor, del descenso de River Plate, de la primera nota publicada y de la sonrisa de la persona que amo, entre otros hechos que, sin duda, configuran mi “paladar negro”.

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